sábado, 24 de julio de 2010

Ruta por Islandia: el sur y el este

Por fin he llegado a un lugar con wi-fi, así que ya puedo poner fotos por aquí y recuperar los textos que había preparado los días previos.

22 de julio de 2010

El primer día por Islandia está cerca de tocar a su fin. Aún queda un rato, pero dudo que vaya a hacer nada más, ya he tenido bastante por hoy. El hecho de llegar muy tarde de madrugada, haber dormido en el avión a ratos, y luego 3 horas en el hotel no es mucho, aunque he de agradecer que tienen servicio de recogida del aeropuerto, lo que hace ganar mucho tiempo. Así que cuando ha sido posible he ido a recoger el coche y empezar la ruta.

La ruta ha sido casi únicamente lo que se llama el círculo dorado: 3 lugares muy famosos y turísticos más o menos cerca de Reykjavik: Þingvellir, Geysir y Gulfoss.

Þingvellir tiene mucha historia detrás, es el lugar donde se reunían en asamblea hace ya varios siglos, y todavía se sigue utilizando, aunque creo que más de manera simbólica. Y tiene un atractivo geológico importante: ahí se separan las placas tectónicas americana y euroasiática, de forma que se podría llegar a observar como se separan (si es que hay alguien con la paciencia y la capacidad de observar dos centímetros de desplazamiento anuales). He de añadir que visualmente me ha agradado, me esperaba otra cosa, y es un lugar muy bonito. Pero se me ha puesto a llover, a ratos fuerte, y se me han quitado las ganas de pasear y hacer fotos.


En otro lugar entre estas rocas se reunían en asamblea


Posiblemente aquí se separan las placas tectónicas: a la izquierda la placa euroasiática, y a la derecha la americana




El lago Þingvallavatn


Con la ropa mojada he cogido un atajo para llegar a Geysir, solo se puede tomar en verano. Como su propio nombre indica, lo que ahí se van a ver son géiseres, es decir, el agua sale a temperaturas realmente elevadas a la superficie. La zona se localiza rápidamente, pues se ve en la distancia nubes de vapor surgiendo del suelo. En algunos puntos es eso, es el vapor. En otros se ve el agua hirviendo, y el más espectacular es Strokkur, donde sí que vamos a ver lo que realmente esperamos de un géiser: un chorro de agua saliendo del suelo. No lo he cronometrado, pero por lo que he leído sale a intervalos regulares de unos seis minutos, por lo que no hay que esperar mucho para verlo en acción, incluso varias veces. Lo que primero se ve es el vapor y el agua burbujear. De golpe se forma una gran burbuja que indica el inicio de la explosión, y luego sale la gran columna de agua, de varios metros de altura (puede que llegue a 10 metros perfectamente). Lo malo es que son unos pocos segundos, y como te distraigas te lo pierdes.


De camino por la carretera 365


En Geysir el vapor sale del suelo




Secuencia de explosión de un géiser


Y así está en reposo


Para hacerse una idea de la altura que alcanza el agua. Eso sí, no hay que ponerse donde el viento lleve el agua


Gulfoss es una cascada bastante grande, aunque diría más bien que son dos saltos seguidos. El primero no es muy grande, pero el segundo desemboca en la garganta de un río del cual no se llega a ver el fondo. El lugar está muy preparado para el turismo: unas pasarelas y caminos te permiten llegar a varios miradores desde los cuales ver la cascada de todos los ángulos. Hay un momento en que la roca en la que nos posamos está más o menos entre los dos saltos, pero conviene llevar ropa impermeable o hacerte a la idea de que te vas a mojar. La fuerza del agua forma una nube importante, y va descargando en el camino. Así que si no había tenido suficiente con la lluvia de la mañana, luego toca una ducha más.


La cascada de Gulfoss vista desde arriba


El primero de los saltos


Garganta por donde corre el agua después de caer, y nube de agua que se forma


Vista general y camino por el que se alcanza la cascada


Otra vista de la garganta


Espacio que hay entre los dos saltos


Poco más he visitado. Aunque por el momento se conduce muy bien, las carreteras están en bastante buen estado y son bastante rectas o con curvas rápidas, sí que los lugares están algo apartados y no quería llegar tarde al alojamiento. En mi ruta por la isla el alojamiento es en granjas: los propietarios han habilitado una parte para los turistas, y mi primera experiencia es muy positiva. Al llegar la dueña se ha puesto a charlar, nos hemos estado contando cosas… Menos mal que todo con quien he hablado sabe inglés, porque si no la comunicación habría sido imposible. La granja está en Fljótshlíð, pero de poco sirve el nombre. Pero si digo que teóricamente veo el volcán Eyjafjalla (ese que dio la puñeta durante una temporada al espacio aéreo europeo) la cosa cambia. Y teóricamente porque hay una nube que me impide verlo. A ver mañana qué pasa.


Tras esas nubes se esconde el volcán Eyjafalla


23 de julio de 2010

Segundo día de viaje. La mañana se había presentado buena, aunque parcialmente estaba nublado en otras zonas salía el sol, y eso me animaba (a lo largo del día mi opinión iba a cambiar, pero cuando llegue el momento ya lo cuento). Y lo primero del día era buscar el Eyjafalla. Cuando fui a desayunar se veía el pico, aunque una nube lo tapaba parcialmente. Cuando salí con la cámara la nube lo había tapado otra vez. Así que no sé qué apariencia tiene.


Así es la carretera principal


Vista del Hekla (si no me equivoco), otro de los volcanes de la zona


La primera parada del viaje era en la cascada Seljalandsfoss, una cascada preciosa. Además, hay un camino que permite rodearla por detrás, pero hay que estar preparado a mojarse un poco. Yo lo tenía en cuenta y me preparé, pero después de la ducha de Gulfoss esto no fue nada.


Seljalandsfoss bajo una posición del sol que no era la mejor





Y siguiendo la carretera hice parada en Skógafoss, otra cascada bastante espectacular (diría que es la que aparece en la guía que tengo), pero por lo que he leído si saliese el sol se forman arco iris haciéndola todavía más interesante. Pero no fue el caso. Después de verla desde abajo seguí un camino que lleva hasta la parte alta y sigue el curso del río. Solo he cogido ese camino un rato, hasta encontrarme otro pequeño salto. El camino sigue, pero con la sensación de viaje organizado que tengo preferí no pasar mucho tiempo paseando.


Paisaje por medio del camino


Otra vista de la carretera principal


Vista general de Skógafoss (con la gente como referencia)




La cascada desde arriba


Río abajo, después del salto


Otra pequeña cascada, río arriba


Esa sensación se debe a que Islandia es grande, aunque en el mapa no lo parezca, y recorrer 300 km requiere su tiempo. La carretera está bastante bien, tiene muchísimos tramos rectos, pero la velocidad máxima es 90 km/h. Y claro, la hora de llegada a las granjas es sobre las 6 de la tarde, así que he de calcular el tiempo que tengo para ver cosas y recorrer el camino. De forma que apenas me estoy saliendo de la carretera principal.

Pero ya conducir por ahí tiene su recompensa (y la tendría más aún si en lugar de conducir fuese de pasajero y pudiese mirar hacia donde quisiese). El camino transcurre por grandes llanuras, pero a la izquierda (recorriendo la carretera en sentido anti-horario) se encuentran las montañas como saliendo de la nada, y son realmente espectaculares. Varias veces iba parando a hacer algunas fotos, pero acababa llevándome bastante tiempo, y al final no paraba en todos los sitios (aunque sí que me obligaba cuando me entraba sueño).

Una parada interesante fue en Dyrhólaey, por el momento lo más que me he acercado al mar. Allí hay acantilados y una playa negra, varios islotes, un paisaje que habría disfrutado si el tiempo me acompañase. Pero parece ser que es una zona donde corren fuertes vientos, y para rematarlo iba lloviendo a ratos.








Así de gris estaba el día


Volviendo a la descripción del camino, después de las cascadas atravesé un campo de lava gigantesco, en Mýrdalsandur. Extensión y extensión de terreno a ambos lados. En algún momento cambiaba el paisaje y no era tan plano, era como una acumulación de piedras a lo grande. En algunas ocasiones volvía a haber montaña, hasta que llegué al glaciar.


Se supone que hace algunos siglos la lava arrasó con una granja que aquí había. Y ahora la gente tiene por tradición hacer montañas de piedras


La carretera corriendo entre campos de lava



El glaciar Vatnajökull es el más grande de Europa, y se encuentra en el sudeste de Islandia (mirando los mapas del país, la gran mancha blanca que aparece). Algunas de las lenguas casi llegan al mar, al menos se acercan mucho a la carretera. La mejor ocasión de verlas es desde el centro de visitantes del Parque Nacional de Skaftafell. Pero también desde ahí hay un camino a una nueva cascada, Svartifoss, famosa porque fue la inspiración de la fachada de la catedral de Reykjavik. La cascada salta desde una colada basáltica, pero en esta ocasión las fotos me habían engañado, daba la impresión de que iba a ser algo espectacular, y es bastante más pequeñita de lo que esperaba.


La carretera parece ir directa al glaciar


A orillas del glaciar crece una gran cantidad de vegetación


Vista general de la cascada de Svartifoss


El agua corriendo entre columnas de basalto


La cascada de cerca


Tenía intención de acercarme al glaciar después de ver la cascada, pero nuevamente tuve el problema del tiempo y no pudo ser. Tenía el tiempo justo de coger el coche y recorrer los 100 km que me separaban de la granja en la que paso la noche. Pero donde no me pude resistir a parar fue en Jökulsarlón, un lago en el que acaba el glaciar y está lleno de pequeños icebergs. Hay un barquito que recorre el lago y habría estado bien cogerlo, pero vuelvo al tema del tiempo.


Una vista del lago Jökulsarlón


Finalmente llegué a la granja, se me hizo largo el camino (las eternas rectas que parecen no acabarse nunca en las que no hay nada más que campo). La primera granja en la que estuve estaba muy bien, y en cambio esta es un edificio más viejo y algo más destartalado. Además, la atención personal del otro lado no se da aquí. Pero bueno, solo vengo a pasar una noche.

Al llegar tenía intención de salir a pasear un poco, ver algo, pero el cielo estaba muy gris y se apreciaba lluvia por todas partes, así que al poco rato di media vuelta y volví a darme una ducha y a descansar. Y esto es lo que este día ha dado de sí. Mañana me enfrento a la costa este, espero que con mejor tiempo que hoy, porque me estoy cansando ya de lluvia. El frío no me preocupa tanto, temperaturas de 10ºC se aguantan perfectamente en cuanto uno se pone a andar. Pero el agua es peor: tengo que vigilar la cámara, que no se moje mucho, y que no se acumule mucha agua en el objetivo y me estropee las fotos. Mañana tal vez me salvo un poco, y pasado también. Pero aún me queda mucha lluvia por ver.

24 de julio de 2010

Ya tengo acabadas las entradas correspondientes a los dos días pasados, y puedo dedicarme a la del día (a las 22.45, vaya horas).

El caso es que el día ha amanecido muy gris y con lluvia, y me tenía que enfrentar a muchos kilómetros (creo que hoy han sido más de 500). En parte tenía a favor que no había puntos clave en el recorrido, sino que era el recorrido en general. Cerca del final sí que tenía unas cascadas que ver, pero eso cuando llegue el momento.


Así se me presentaba el día


El camino hoy tenía muchos kilómetros rodeando los fiordos orientales, al sureste de la isla. De vez en cuando hacía alguna parada para hacer alguna foto, como siempre, si el tiempo me lo permitía. Pero a medida que avanzaba la mañana las nubes y la niebla se fueron apartando dejando lugar al sol y a unas vistas más completas de la zona. Así que pude hacer una parada algo más larga en el pueblecito de Djúpivogur.


La carretera corriendo junto al mar


La niebla se iba levantando poco a poco


Puerto de Djúpivogur


Un habitante del puerto


Al salir decidí tomar un atajo, dejar la carretera principal que continuaba por los fiordos y coger la 939 por la que me ahorraba más de 40 km (y el tiempo que eso quería decir). Y la verdad, la elección fue acertadísima, pues esa carretera es espectacular, tiene unas vistas preciosas. Va subiendo de forma brusca, hay cuestas de más del 12%, y no está asfaltada. Pero compensa. Acaba llegando a un tramo de la carretera principal que tampoco está asfaltado, por lo que no hay sensación de haber vuelto a la ruta principal.




Las fotos no transmiten la sensación que tuve en el lugar, por eso pongo solo las que mejor me han quedado


A estos te los encuentras constantemente a los lados, y a veces en medio de la carretera


Parada para comer en Egilsstaðir, sin nada que comentar. A partir de aquí la carretera ya no va cerca de la costa, sino que gira hacia el oeste por el interior por unos paisajes otra vez impresionantes. Primero siguiendo el curso del río Jökulsa á dal por un valle que tendría unas montañas de formación perfecta, pero de vez en cuando hay cascadas que han ido excavando su camino en la roca. Todo esto para decir que iba boquiabierto todo el rato.


El río ha ido excavando su camino en roca


La carretera sin ninguna curva a la vista


Una de las cascadas que aparecían


Más adelante el paisaje se vuelve más agreste, un desierto donde no hay nada, casi ni vegetación. En lo que abarca la vista la única visión de civilización es la carretera por la que iba. Además, es un tramo con muy poco tráfico, podía pasar rato sin que me cruzase con ningún otro coche.



Y varios kilómetros después llega el momento de dejar la carretera para tomar el desvío por la carretera (por llamarla de alguna manera) 864 hacia la cascada de Detifoss. La carretera está sin asfaltar y en bastante mal estado, son unos 30 km de baches bastante incómodos. Pero no sé si es que corriendo más se notaban menos, o es que estaban todos al lado de la ida y no de la vuelta.

El caso es que conseguí llegar a la cascada de Detifoss, según he leído la que lleva más caudal de Europa. El agua viene ya en rápidos y salta a lo bestia salpicándolo todo. Un kilómetro río arriba hay otra cascada, Selfoss, que aunque con un salto de agua más pequeño es mucho más alargada, cortando en diagonal el curso del agua, por lo que tiene mucha anchura. El camino normal es por la vertiente este, pero por la tarde tiene el inconveniente de que el sol está al otro lado y fastidia para hacer buenas fotos.


La nube de agua delata donde hay una cascada


El cañón que forma el río después de la cascada


Casi imposible poder ver toda la cascada de Dettifoss


Selfoss


Otra vista de Selfoss


El tiempo ha ido cambiando mucho a lo largo del día, a mediodía hasta he pasado calor. En algunos momentos el coche me marcaba hasta 22ºC, y teniendo en cuenta que estoy tal vez a unos 100 km al sur del círculo polar me parece mucho. Toda la tarde he estado en manga corta, la sudadera me ha sobrado.

Y esto venía a cuento porque he llegado al lago Mývatn, donde tenía una reserva en una granja. En esta ocasión he acertado bien. La situación junto al lago permite un paseo sin necesidad de coger el coche, y es la más grande y con instalaciones más completas de las 3 que llevo. Además tiene conexión wi-fi que estoy aprovechando. La pega, si se es escrupuloso, que el agua que se utiliza viene de por aquí cerca y es muy sulfurosa, por lo que el olor es peculiar: a huevos podridos. No muy intenso, pero huele.

Para llegar he tenido que dejar atrás un par de puntos aparentemente interesantes. Uno es Jarðbödin, unos baños naturales que se ven desde la carretera. Guarda parecido con Geysir, el agua sale a altas temperaturas, e incluso hay vapor saliendo del suelo. Hay unos colores curiosos en las rocas, supongo que debido al contenido del agua que por ahí corre. Pero eso lo he visto rápido y desde la distancia, sin parar.

Lo que no he podido dejar atrás es una visita por el lago Mývatn. La luz de la tarde era preciosa, la temperatura agradable, y no me iba a quedar sentado sin hacer nada. Asi que he dado una vuelta por los pseudocráteres (pues aunque parezcan cráteres nunca han expulsado lava) y observando la fauna, pues es un lugar donde anidan gran variedad de aves. También es el hogar de unas moscas enanas (eso es lo que significa Mývatn), que en ocasiones, paseando justo junto a la orilla del lago hay tantísimas que hay que ir con la boca cerrada (y porque no se puede cerrar la nariz y la boca), son asquerosas, pero es un mal momento que hay que sufrir para disfrutar del paseo.


Uno de los pseudocráteres










Uno de los habitantes del lago





Para acabar, he aprovechado que el día estaba claro para hacer una foto de la puesta de sol. Eran las 22.15, y parece que aquí el sol baja con calma. Y ahora mismo son las 23.50 y todavía parece que sea media tarde, está oscureciendo pero queda muchísima luz.



Espero la próxima vez no acumular tanto material para una sola entrada, pues quien quiera leerlo todo se va a aburrir un rato. Mañana me toca madrugar, que tengo que estar en Húsavik antes de las 9.30 para una excursión de ver ballenas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estamos alucinando. Los paisajes son súper chulos y además transmiten mucha paz y relajación. Ya colgaremos nosotros las nuestras también.
Que sigas disfrutando.
Nuri

vicente mayo dijo...

simplemente fantastico. voy a leerlo otra vez porque es impresionante. eso sí, te has podido llevar un poquito de sol.

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