jueves, 29 de julio de 2010

La Laguna Azul, Islandia



28 de julio de 2010

Después de una semana de viaje, yendo de un lado para otro, lo mejor para finalizar es una jornada relajante en la Laguna Azul (Blue Lagoon o Bláa Lónið, dependiendo del idioma). El lugar es una laguna artificial al aire libre, en medio de un campo de lava, donde un agua de color turquesa corre a una temperatura agradable, sobre todo cuando el tiempo está malo.

Ayer el día estaba algo nublado y no era caluroso, alrededor de 15ºC. Al salir de los vestuarios solo con el bañador hay un momento que golpea el frío, pero es solo lo que se tarda en llegar al agua y empezar a entrar. No hace falta una transición, tomárselo con calma. Estará entre 35 y 40ºC, por lo que la entrada se hace realmente bien, y una vez dentro no quieres salir, apetece agacharse y que el agua llegue hasta el cuello (aunque la profundidad de la laguna no pasa del metro y medio), moverse tranquilamente, ver pasar el tiempo sin preocuparse de nada.

La única preocupación que tenía era que no se me hiciese tarde para coger el autobús que me llevase al aeropuerto y coger el avión de vuelta. Ya hay unos billetes combinados de viaje en autobús desde Reykjavik, entrada a la Laguna Azul y vuelta, o en mi caso, desplazamiento al aeropuerto. Y mucha gente hace lo mismo que yo, utiliza el lugar como final del viaje.

Fotográficamente este fue un día pasivo, di un descanso a la cámara. Solo a última hora la cogí para hacer unas pocas fotos del entorno.








El recinto, y al fondo la central geotérmica que da calor al agua


Mirador sobre el recinto


La laguna se encuentra entre un desierto de lava


Fuera de la zona de baños


Al volver me di cuenta de que el tiempo islandés, pese a las lluvias, es muy agradable en verano. Me di cuenta en el momento que salí del avión y me encaminaba a la terminal, y recibí el golpe de calor de Barcelona, la humedad atacando. Pero las vacaciones llegan a su fin, y no se puede tener todo. Habrá que esperar al otoño a que refresque un poco.

Así que para resumir, y si alguien que lea mi blog está interesado en viajar a Islandia, unas conclusiones. Una semana no es tiempo suficiente. El mío ha sido un viaje de ver lo que ve todo el mundo. Mejor ir más días y perderse en algunos sitios como Skaftafell, ver el valle de Þórsmörk, visitar alguna isla, hacer senderismo... Me he dejado mucho pendiente.

Saber inglés va bien. No me he encontrado con nadie que no lo supiese, por lo que la comunicación ha sido posible (ya que mis conocimientos de islandés se limitan a takk fyrir, es decir, dar las gracias). Llevar dinero en efectivo casi no es necesario, en cualquier lugar, para cualquier cosa, aceptan tarjeta de crédito. Yo saqué un poco de efectivo en el aeropuerto, y aún fue demasiado.

Para el transporte puede que lo más adecuado sea alquilar un coche, pero sale caro (difícil que baje de 100€ por día, una de las compañías más económicas es Budget). Pero te permite llegar casi a cualquier parte. La conducción no es difícil, la carretera 1 da la vuelta a la isla y está asfaltada casi en su totalidad. Las carreteras que llegan a los lugares más frecuentados (como el círculo dorado, Húsavik, Reyholt...) también, aunque no siempre.

Autobuses he visto muchos, pero limitan más los horarios y las paradas. Cuestión de mirar, seguro que salen más baratos. Y hay quien visita Islandia en bicicleta, pero aquí hay que tener valor. El tiempo es muy inestable, y las distancias largas. La carretera principal por su lado sur es bastante llana, pero por la parte norte sube y baja valles.

Un buen mapa de carreteras puede ser suficiente para moverse por allí, no hace falta un GPS. Al menos para mí. Si uno se mueve por la carretera principal no hay perdida, solo se cambia de vez en cuando para ir a sitios concretos. Hay pocas indicaciones, eso sí. Para otras carreteras importantes hay una señal unos 500 metros antes, y luego justo en el cruce, en otras no hay señal que anticipe, por lo que conviene saber por donde estás, cuanto falta para el destino y estar atento.

Y para comer, ir en plan comida rápida o cocinar no sale demasiado caro. Pero la cosa se puede disparar si se quiere comer bien de restaurante. Yo dejé eso para el último día. Por lo general Islandia es caro, se me quitaron las ganas de comprar algunos souvenirs como camisetas o libros cuando vi los precios.

Así que ahora habrá que empezar a pensar en el destino de las próximas vacaciones. A ver si puedo volver a huir del calor.

Y para ver la galería completa de fotos hechas por ahí pincha aquí.

martes, 27 de julio de 2010

Islandia: Reykjavik

27 de julio de 2010

Ya se han acabado las prisas por llegar a los sitios, ir casi contrarreloj. Lo único que tenía que hacer de esa forma era devolver el coche, pero no ha supuesto ningún problema. Cuando tengo un buen mapa llego a donde haga falta. También es cierto que solo tenía que coger un par de calles, y sabiendo cuales se llegaba sin problemas.

Así que el coche entregado y todo un día por delante para caminar, si el tiempo me lo permitía, pues estos cambios me han traído una mañana gris, y con alguna que otra gota. Pero realmente no ha llovido y ya a última hora de mi tarde (pues aún queda tarde por delante) ha salido el sol.

Yendo a lo que es la ciudad, es bastante pequeña, emplear más de un día en ella puede ser demasiado, a no ser que se quiera hacer cosas concretas. Pero para el plan que yo llevaba ya tenía suficiente. Básicamente era callejear, solo tenía en mente un par de sitios, y las calles que por medio hubiesen. De forma que la primera parada ha sido en el lago Tjörnin, un gran lago que en sus orígenes era mucho mayor. Y como suele ser habitual en Islandia también este estaba lleno de vida: patos y similares. Tiene la pega que el aeropuerto doméstico de Reykjavik (vuelos internos del país) está al lado, y cuando los aviones van a aterrizar asustan bastante.


El lago Tjörning/span>


Corriendo cuando se acerca un avión


Reykjavik City Hall


En el interior del City Hall hay una maqueta en relieve de Islandia a escala 1/50.000. Y aquí veo el Snæfells, que no pude ver en vivo


Y el Eyjafalla


Otro lugar concreto que he visitado era el museo del asentamiento: en unas excavaciones del 2001 se descubrieron restos de los asentamientos del siglo IX, y han conservado lo encontrado de una casa y a su alrededor han hecho un museo.

A partir de ahí callejear por el puerto, por las calles más céntricas… La arquitectura es muy colorista, cada edificio es diferente del siguiente. Normalmente son edificios pequeños, de dos o tres plantas, y en las zonas más céntricas todas con carteles de tiendas o restaurantes. A primera hora, cuando he empezado a pasear estaba todo muy tranquilo, luego ya se ha ido llenando más de gente. Aun así, estamos en una ciudad pequeña y no masificada por el turismo.








En el puerto






Monumento a las embarcaciones vikingas









El lugar que no pensaba dejar a un lado era la catedral, Hallgrímskirkja. La fachada se inspiró en la cascada de Svartifoss, en el parque nacional de Skaftafell. Es un edificio muy nuevo y sencillo. Se puede subir a la torre por 500 coronas (unos 3€), desde donde hay vistas panorámicas de toda la ciudad.


Acercándome a la catedral


Fachada imitando una colada basáltica


El interior y el órgano


Panorámica de Reykjavik



Vistas también hay desde Perlan, una colina fuera del centro donde se ubica un edificio con sala de exposiciones, museo de las sagas, un mirador, y una fuente imitando al géiser de Strokkur. Había una exposición de fotógrafos amateur impresionante: me he perdido la erupción del Eyjafalla, Islandia en invierno… Vale que he visto muchas cosas, pero en otro momento del año también tienen su interés, que es mucho.


Perlan


El mirador del edificio





Mañana se me acaba ya el viaje, y va a ser de relax total. Cojo un autobús por la mañana para ir a la Laguna Azul (aguas termales al aire libre, ideal para descansar), y de allí al aeropuerto. Ahora que le estoy cogiendo el punto interesante a las temperaturas, hoy habremos estado entre 15 y 18ºC, algo ideal en verano (si no llueve), y me voy a enfrentar a más de 20ºC de mínima. Paciencia.

lunes, 26 de julio de 2010

Islandia: zonas norte y oeste

Al igual que en la última entrada, hoy tengo varias acumuladas. Pero en esta ocasión solo son dos días, y además tranquilos.

25 de julio de 2010

Hoy ha sido un día relativamente tranquilo, al menos en lo que se refiere a lugares vistos. La primera actividad del día estaba clara: en Húsavik iba a subir a un barco en busca de ballenas. El recorrido dura unas 3 horas por la bahía, buscando avistarlas y acercarse lo máximo posible. Pero claro, no son animales que salgan a saludar a los barcos que vienen. La ballena más común en la zona, y la que mejor se deja ver es rorcual aliblanco, pero no es muy fotogénico. Saca la cabeza ligeramente para respirar y luego la espalda, pero no se le llega a ver la cola. Así que las fotos más interesantes son de la aleta dorsal.


Puerto de Húsavik


Este es el barco que nos iba a dar una vuelta


Otro barco más en busca de ballenas. Hasta 5 llegué a contar


Por fin una ballena (vimos más, pero a veces estaba muy cerca, otras lejos, otras no me daba tiempo a encuadrar... y esta es de las mejores fotos que conseguí)


Esta era nuestra guía


Volviendo a Húsavik


Lo que sí que he visto mucho son aves marinas. Las gaviotas son grandes y no se movían hasta que el barco casi les pasaba por encima, además de volar muy cerca de nosotros. También había frailecillos, pero son más pequeños y huidizos. Lo gracioso de estos pájaros es verlos volar, tienen unas alas algo cortas y las mueven muy deprisa.



Junto al puerto hay un museo dedicado a las ballenas, y tratan mucho la historia en Islandia, donde su caza era algo muy habitual. También hay esqueletos de distintos tipos. Mucha información es lo que hay, demasiada para ir con prisa.

Así que después de Húsavik he hecho parada en una cascada más, Goðafoss. Esta es muy accesible, se sale de la carretera principal y pocos metros más adelante está el aparcamiento. Y desde ahí hasta la cascada son menos metros aún. Otra vez me encontraba con una cascada caudalosa, de las que viene un río grande y el salto es a lo bestia. Tal vez no tan grande cómo otras, pero no por eso le vamos a quitar mérito.


Goðafoss


A continuación ya he ido a Akureyri, la que llaman la capital del norte. Como ya iba un poco justo de tiempo he ido directo al jardín botánico, un parque de libre acceso en el que hay gran cantidad de plantas y flores, todo debidamente etiquetado (pero con su nombre científico y en islandés). Vale la pena darse una vueltecita. Y volviendo al coche he echado un vistazo a la que creo que es su catedral, una iglesia relativamente grande.


En el jardín botánico de Akureyri








Un edificio junto al que pasé en Akureyri


Una pequeña iglesia y casa a juego


Y una iglesia más grande


Luego ya me iba a dirigir hacia la granja del día (cada vez voy a más grandes, aunque no mejores. Pero esta es la última). No recordaba bien las indicaciones, pensaba que estaba a 100 km de Akureyri, y no, eran 200, así que a seguir avanzando. Y la carretera entre Reykjavik y Akureyri ya no es tan tranquila como al sur o al este, aquí hay mucho más tráfico. También cambian los paisajes, en este tramo me movía entre grandes valles, pero se echaba de menos la espectacularidad.

Y mañana es la última etapa en coche. Tengo que echar un vistazo a lo que ver por el camino. En parte pensaba en adentrarme en la península de Snæfellsnes por una curiosidad literaria: ahí se encuentra el volcán por donde, según Julio Verne, se viaja al centro de la tierra. Pero creo que si el día lo permite lo veré desde muy lejos, estoy cansado ya de coche, y no me apetece hacer casi 200 km extras.


Para acabar, el cielo a las 11 de la noche (unos 45 minutos después de la puesta de sol


26 de julio de 2010

Para empezar, decir que pedazo invento el antifaz de viaje. Estoy tan al norte que casi no hay noche (yo no la he visto, me ha pillado durmiendo). Y algunas habitaciones tienen cortinas insuficientes para tapar toda la luz que entra, así que hay que protegerse de alguna manera.

Con esto decir que he dormido más o menos de un tirón, y he comenzado el día con calma, sin grandes expectativas. Alguna parada por el camino para fotografiar el entorno fue el inicio del viaje.



La zona de paradas programada era en el entorno de Reyholt, un pueblecito pequeño pero con algunas cosas interesantes, como un museo al que no he entrado (la información la he extraído de la guía). Antes de llegar estaban las aguas de Deildartunguhver, un punto de salida de agua hirviendo. Se encuentra fácilmente: allí donde está la gran nube de vapor. Y más allá de Reyholt un par más de cascadas, prácticamente seguidas. Por un lado Hraunfossar, donde el agua sale literalmente de las piedras y cae a lo largo de bastantes metros hacia el río. Pero de ese río antes llegan las aguas que pasan por Barnafoss, cascada donde en una ocasión se mataron unos niños. La cascada no es muy grande, pero entre las dos alturas del río se forman unos rápidos salvajes.


Una pequeña iglesia en Reyholt


También aquí hierve el subsuelo




El agua sale hirviendo del suelo


El vapor en ocasiones no deja ver nada. Y la tubería que traslada ese agua hasta Reykjavik


Una vista general de Hraunfossar


Un detalle de la cascada


Al fondo Barnafoss, y entre medias las aguas en estado salvaje


Barnafoss


Formas caprichosas de la lava soldificada


Desde allí hasta Bogarnes no había mucha distancia, así que fui a comer y ver qué tal. Ahí hay un museo dedicado a los primeros asentamientos de la isla, que es donde tuvieron lugar. Me habría interesado más si fuese exterior, así que no estaba animado a pagar la entrada y he dado una vueltecita para ver otras cosas.


El océano entrando en Bogarnes


La iglesia de la pequeña ciudad


La última parada ha sido en Akranes, pero solo para las vistas desde la costa. Desde ahí se podía intuir la península de Snæfellsnes, que es lo que estaba buscando. Pero ahí ha empezado a llover y no ha parado en toda la tarde. Una vez ahí para llegar a Reykjavik hay dos posibilidades: coger un túnel y pagar un peaje, o dar una vuelta por la carretera 47 haciendo unos 40 km más larga la llegada. Como tenía tiempo de sobras he preferido la segunda opción. Aquí los paisajes volvían a ser espectaculares, pero el tiempo no animaba a parar el coche y sacar la cámara, así que no lo puedo certificar.


Muy al fondo, donde se empieza a perder la silueta se encuentra el volcán Snæfells, donde Julio Verne situó la entrada al centro de la tierra



Y la llegada a la capital no tiene nada que comentar. Aunque era pronto ya era tarde para salir a mirar tiendas o cosas así, y llovía. Así que no he hecho nada especial, estar en el hotel y ahora pelearme con la conexión wi-fi, que me llega poca señal y la pierdo con frecuencia. A ver si puedo acabar la entrada del día, y mañana más.
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