lunes, 20 de junio de 2011

Asia en concierto



De vez en cuando me gusta utilizar el blog para contar algo más que excursiones o viajes, mostrar fotografías. Y cuando voy a algún tipo de acto siempre pienso que podría escribir sobre eso, pero casi siempre lo voy dejando, y cuando deja de ser actual ya no me interesa tanto. Por eso me he decidido a escribir un poco sobre un concierto, en concreto de Asia, que tuvo lugar el pasado sábado 18 de junio en la sala París 15 de Málaga.

Hoy en día creo que este grupo no es demasiado conocido, pues la mayoría de la gente con la que he hablado no le suena. Tuvieron su momento seguramente en los inicios, en los años 80, pero no fue entonces cuando yo los conocí. Era demasiado pequeño para reparar en ellos cuando publicaron el primer disco. Así que la primera toma de contacto tuvo lugar posiblemente a mediados de los 90, cuando en la biblioteca encontré el primer disco, y me impresionó, eran 10 canciones cañeras, a cual mejor. A partir de entonces fui buscando el material que ya tenían, y adquiriendo lo nuevo que publicaban. Pero la formación ha ido cambiando mucho, solo Geoff Downes permanecía desde el principio, y cuando los pude ver en Barcelona en el 2005 presentando "Silent Nation" el líder parecía ser John Payne.

Hace pocos años los miembros originales se juntaron nuevamente, dejando a Payne a un lado, y dándose la situación de que se consideran dos bandas de Asia: la original, cuya discografía sería los primeros discos ("Asia", "Alpha" y "Astra") y los dos últimos ("Phoenix" y "Omega"), y Asia featuring John Payne, con el resto de la discografía.

Después de todo este rollo introductorio, paso a comentar un poco el concierto. Sobre el escenario estaban John Wetton con el bajo y cantando, Geoff Downes a los teclados, Steve Howe a la guitarra y Carl Palmer a la batería. Al grupo casi no le había puesto cara nunca, los había escuchado sin buscar fotos o video-clips, así que la impresión que tuve al verlos es que te los puedes cruzar por la calle sin imaginarte que son un grupo de rock con más de 30 años de carrera a sus espaldas (pues todos venían de bandas importantes de los 70).

El concierto empezó con "I believe", y un sonido que no me acababa de convencer: no se escuchaba muy bien la voz, y la guitarra pasaba desapercibida. Pero solo fue la impresión inicial, a partir de la segunda canción sonaron como tenían que sonar. La escenografía fue muy simple, casi inexistente. No había apenas juego de luces, y una pantalla con imágenes estaba muy mal situada y apenas se veía, quedaba oculta tras la batería. Por eso, todo el trabajo cayó en la música. Y aunque los músicos no mostraban mucha emoción (con una excepción, luego lo cuento), fueron muy profesionales.

Downes casi pasó desapercibido. Rodeado de teclados estaba de lado o incluso dándole la espalda al público. Wetton era el más visible, al llevar la voz cantante (nunca mejor dicho), y de vez en cuando se mostraba algo más expresivo. Howe era un hombre serio, dando alguna que otra vuelta por el escenario, pero apenas variaba la expresión. Hasta que él solo cogió una silla y tocó un rato la guitarra acústica (y se diría que yo era el espectador mejor situado, justo delante suyo), emocionándonos. Al acabar dirigió al público unas palabras y mostró una sonrisa. Pero el hombre de la noche fue Carl Palmer y su batería. En los momentos que marcaba el ritmo de las canciones ya destacaba, y de vez en cuando también hacía algunas virguerías que le hicieron ganar varias ovaciones. Ya casi al final se quedó solo un rato sobre el escenario y no solo tocaba, sino que jugaba haciendo malabares con las baquetas.

Volviendo a las canciones, destacaron los solos de Howe o Palmer, o las versiones de "Don't cry" y "The smile has left your eyes" que cantaron con el único acompañamiento de los teclados. El resto del repertorio se centró en los dos primeros discos, con alguna que otra canción de los nuevos. Personalmente, aunque hay buenas canciones nuevas, rompían un poco el ritmo. No recuerdo todo el repertorio, pero en una crónica del concierto de Madrid incluyen el listado, y creo que más o menos fue el mismo.

La única pega que le pongo es la duración: un poco menos de dos horas. Habríamos seguido disfrutando si hubiesen tocado algo más, pero al llegar el clásico "Heat of the moment" me imaginé que no había más. Pero el precio no era caro para lo que son los conciertos hoy en día, y se agradecía muchísimo que fuese en una sala cerrada y bien climatizada, pues fuera hacía un calor casi insoportable. Y además, conseguí un sitio realmente bueno (y solo llegué media hora antes de la apertura de puertas), en la valla frente al escenario. Tras esta experiencia, si próximamente tengo la oportunidad, casi seguro que repita.

Y como no puedo dejar una entrada del blog sin fotos, agradecer a Manolo Aguilar que me ha mandado unas cuantas. Lo conocí en la cola, y eso que te pones a charlar, y al final quedamos en que me mandaría algunas, y aquí están.


Vista más o menos general del escenario


John Wetton al bajo y voz


Geoff Downes a los teclados


Steve Howe en un momento acústico


Carl Palmer a la batería

martes, 14 de junio de 2011

Monsaraz

En Portugal, a mitad del embalse de Alqueva y no muy lejos de la frontera con España, se encuentra en lo alto de una montaña el pueblo de Monsaraz. El pueblo es pequeño, de forma alargada, con dos calles principales y otras dos más paralelas a estas que siguen el trazado de la muralla. A un extremo se encuentra el castillo, y al opuesto una de las puertas de entrada con una torre, que en el momento de la visita estaba rodeada de andamios.

El color predominante es el blanco de las fachadas, con algún pequeño toque de azul, en algún elemento decorativo. También el marrón de las piedras, pues así son las calles y murallas.

Hace unos pocos años (antes de tener el blog) ya había visitado el lugar, haciendo una ruta por La Raya, esa región transfronteriza que comparte mucho. Pero ahora repetí el lugar en una pequeña excursión con compañeros de portugués, aprovechando para conocer algo más del pais vecino, y poder practicar la lengua. Tuvimos un viajecito tranquilo, de ver cosas con calma, por lo que no salimos de Monsaraz. En los alrededores también hay cosas que ver, sobre todo para los aficionados a la prehistoria. O yendo hacia el norte también se encuentran otros pueblos interesantes, como Terena o Vila-Viçosa.

Así que esta entrada se centra en las calles del pueblo, las tiendas, y las espectaculares vistas sobre el Alentejo y Alqueva.


Parte de la muralla vista desde fuera


Se podría decir que esta es la plaza principal


Una de las puertas de entrada a Monsaraz


Interior del castillo


Una de las calles


Otra calle, esta siguiendo la muralla


Vista de otra calle diferente


Vista general de Monsaraz


Embalse de Alqueva, y el cementerio en primer término

lunes, 6 de junio de 2011

Ruta de los caminos del agua de Mérida



Hace un par de días se organizó una salida senderista desde Mérida para dar a conocer los caminos del agua, es decir, las rutas que se seguían en tiempo de los romanos para traer el agua desde los embalses hasta la ciudad.

La ruta fue vespertina (aunque en el folleto pusiese nocturna la hicimos con luz del día). La noche fue llegando a medida que nos acercábamos al embalse de Proserpina, que era el final de la ruta, pero no del recorrido, pues sigue unos cuantos kilómetros más. Teníamos una noche sin luna, empezaba a crecer, por lo que mejor no aventurarnos mucho por medio del campo.

El lugar de salida era la calle Calvario de Mérida, donde en su punto más alto se encuentra lo que seguramente era una fuente, que con un depósito que debía tener al lado llegaba el agua por medio del acueducto de los Milagros. Los primeros metros correspondían a la zona que mejor conozco: bajábamos hasta el Albarregas y observábamos el acueducto (aunque lo tengo muy visto, cosas de vivir cerca, y ser uno de mis lugares favoritos). Desde ahí subíamos por donde quedan algunas columnas de este acueducto, hasta volver a alcanzar el nivel superior, y la obra se quedaba en un canal a nivel del suelo.


Punto de salida


Acueducto de los Milagros, salvando el valle del Albarregas


Calle arriba, una de las columnas que se mantienen




Dos puntos altos en los que se observa la canalización del agua


Rodeamos el barrio de las Abadías hasta llegar al Guadiana en lo que son las afueras de la ciudad. Ahí comenzamos a seguir el que era el camino romano. La ruta no ofrecía dificultades, normalmente esos caminos se hacían buscando el mínimo desnivel. Únicamente fue complicado el paso bajo la autovía, en el que se había formado un gran charco profundo. Había algunas piedras que permitían salvar el obstáculo, pero teníamos que cruzar uno a uno. Otra opción era descalzarse y pasar por medio, con el agua casi por las rodillas. Fui de los primeros, de los que mantuvo las botas puestas.


El Guadiana y la vía del tren, con el puente de la autovía al fondo


El puente de la vía del tren para salvar esta vaguada casi oculta el puente del antiguo camino


El resto del camino es tranquilo, pasando entre fincas, y observando los paisajes de dehesas típicos de la zona. El sol empezaba a caer, y las fotos más interesantes eran de la puesta de sol.


Cae la tarde en el camino




Un par de vistas de la zona


El sol a punto de llegar al horizonte


Al llegar al Centro de Interpretación del Agua en Proserpina nos esperaban con la proyección de un documental sobre la Vía de la Plata. Y cuando comprobaron que estábamos todos procedieron al reparto de bocadillos y regalos de recuerdo. Uno de esos regalos fue una linterna que nos resultó muy útil.

La vuelta estaba preparada con el autobús urbano, pero no lo organizaron muy bien, pues había más gente que capacidad, y el autobús pasaba cada hora. Unos pocos nos quedamos sin poder entrar en el de las 23.45, y pensamos que tampoco era mucha la distancia que nos separaba de Mérida, así que ¿por qué no volver caminando? Fuimos seis los que nos animamos a hacerlo. Y si pensé que sí era porque no me apetecía esperar una hora, teníamos linternas recién regaladas, y junto a la carretera hay un carril bici completamente separado del tráfico, por lo que podíamos caminar completamente seguros (por el arcén de esa carretera dudo que lo hubiese hecho).


Volviendo a casa
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