sábado, 24 de septiembre de 2011

Viaje de vuelta y el metro de Nueva York

Ahora sí que puedo dar por finalizado el viaje de Nueva York, sobre todo porque ya estoy de vuelta en Barcelona. En un principio no pensaba escribir nada nuevo, pues sería un viaje tranquilo y sin incidentes. Pero como no ha sido así, me apetece desahogarme un poco. Y sobre todo, porque al metro pensaba dedicarle una entrada, y es en parte responsable de los incidentes.

Como contaba ayer, a media mañana se puso a llover, y aunque empezó siendo leve, luego apretó bastante. Salí corriendo del hotel hacia un restaurante que tenía fichado, en el que pararía a comer, y luego seguir hacia el metro. En esos pocos metros me mojé algo, pero nada que no se pudiese soportar. Al acabar de comer cogí el metro de la línea E en la calle 14 en dirección a Jamaica Center, pues en la penúltima parada se coge un tren que comunica las terminales del aeropuerto JFK con el metro, cruzando el distrito de Queens.

Ese metro no paraba en todas las estaciones del distrito, por lo que tendría que ir más o menos rápido. Pero de vez en cuando se paraba más de la cuenta, o tenía que pasar junto a los andenes, reduciendo la velocidad, cuando debería haber circulado por las vías internas. Todo se iba ralentizado, hasta que dos o tres paradas antes de llegar a la mía avisan por megafonía que el metro no iba a seguir. Varios cientos de personas se encontraron en la misma situación. En algún momento alguien comentó el motivo, pero no me enteré bien.

Allí comenzaban los problemas. ¿Cómo seguir hacia el aeropuerto? Mucha gente estaba igual de perdida. Muchos buscaban un taxi, pues no era yo el único en esa situación. Pero quise probar suerte con el autobús, ya que el Q60 hacía más o menos la misma ruta que el metro. Pero estaba lloviendo mucho, y en algún momento apretaba más aún. Había retrocedido una parada, confiando en que hubiese menos gente, pero no sirvió de mucho. Pasaron varios autobuses que se llenaron de forma desordenada, de nada servía hacer cola. Aunque tenía mucho tiempo de sobra, empezaba a desesperarme. ¿Llegaría algún autobús que pudiese coger? ¿Superaría las retenciones que allí habían? ¿Acabaría tomando un taxi? Como en la misma parada había 4 personas más con el mismo destino, me fijaba en sus pasos. Llegó una furgoneta tipo taxi de una empresa privada, no pregunté cómo la encontraron, pero como había sitio me acoplé con ellos. Finalmente, por 10$ por cabeza nos llevaron hasta la terminal (el AirTren Link, el tren que va del metro al aeropuerto, cuesta 5$).

Estaba cansado de agua, suerte que en la maleta llevaba más ropa, y confiaba en que no se hubiese mojado. Encontré ropa suficiente seca para poder cambiarme en el lavabo y después facturar. Al llegar y deshacer la maleta he visto que casi todo estaba mojado, no sé si fue durante la tromba de agua, si la ropa mojada, o de donde, pero ya me daba igual. En la mochila que llevaba como equipaje de mano también se filtró el agua, mojándome varias cosas que llevaba dentro. La parte de papel me la estropeó algo, pero se puede leer.

Llegué con antelación suficiente, no tuve problemas de tiempo. Y el avión salió a su hora de la terminal, pero eso no quiere decir que emprendamos el vuelo. La retención en Nueva York no se daba solo en las calles, también en las pistas del aeropuerto. Había cola de aviones, y tardamos como 40 minutos en despegar. Pero la llegada fue a su hora, el enlace también, y ya no pasó nada más. Ahora tendría que ir pensando en el próximo viaje.



Una estación de metro, con las vías centrales para los trenes exprés, y las exteriores para los locales

Y ahora querría hablar también algo del metro de Nueva York. Seguramente sea el medio de transporte más rápido de la ciudad, ya que evita el tráfico rodado (subirse a un autobús también requiere paciencia). Otra ventaja que tiene es que es económico. El billete sencillo cuesta 2.50$, pero para visitar la ciudad vale la pena comprarse la Metrocard de 7 días de viajes ilimitados, por 29$. Con hacer un viaje de ida y otro de vuelta al día ya se amortiza.

Eso sí, casi hay que hacer un cursillo para subirse sin equivocarse. Los nombres de las paradas son de la calle en la que están, pudiendo darse que haya varias paradas con el mismo nombre sin correspondencia, como la parada de la calle 14, que las líneas A, C y E no tiene nada que ver con la de las de la 1, 2 y 3. Luego hay líneas que son exprés, otras paran en todas las estaciones, o incluso una misma línea puede tener los dos tipos de trenes. Hay que estudiarse bien el mapa para saber desde donde hasta donde ir.

Lo bueno es que con el metro, y tal vez 10-15 minutos como mucho a pie, se puede llegar a casi cualquier punto de Manhattan (salvo el interior de Central Park). La frecuencia de paso de trenes es bastante aceptable, no hay que esperar mucho. Y como pega, que es un poco incómodo acceder a él. Prácticamente no hay escaleras automáticas, hay algunos ascensores, los tornos de entrada y salida suelen ser los mismos, y es poco atractivo. Da la impresión de que lleve muchos años ahí, y se hayan olvidado de él. Pero aunque sea viejo, a las horas en que lo cogí (lo más tarde creo que eran las 9 y pico) no tuve ninguna sensación de inseguridad, y los trenes están limpios. Nada de grafitis ni nada. Únicamente, que es muy frecuente que la gente suba con el vaso del café en la mano, y más de una vez se derrama.


Estación de la Quinta Avenida


Estación de metro, con un tren pasando por las vías centrales (un tren exprés)


En Queens, la línea 7 es elevada


Un tren llegando a la estación


Parada del metro en Harlem


Esperando al metro




En la estación de la calle 14 había unas pequeñas esculturas curiosas

viernes, 23 de septiembre de 2011

Despedida de Nueva York

(El texto de esta entrada ha sido ampliado a posteriori)

Ya estoy a punto de ponerle punto y final a estos días de vacaciones recorriendo la ciudad de Nueva York. En aspectos turísticos sí que lo doy por acabado. He salido pronto por la mañana a dar una vuelta por Greenwich Village, por aquellas calles que todavía no había visto. Cuando ya no tenía en mente qué más hacer estaba lloviendo, así que lo mejor era volver al hotel, recoger la maleta, y pasar un rato por aquí hasta que llegue la hora de comer y coger el metro hacia el aeropuerto.

De los lugares visitados, no tengo mucho más que añadir respecto a lo que conté el primer día. Esta vez he visto algunas de las calles más transitadas del barrio, y por lo tanto más ruidosas. A estas alturas necesito ya calma, alejarme del tráfico, y a ser posible no andar mucho.

Lo más destacable del día ha sido Washington Square, una gran plaza ajardinada, coronada en el lado norte por el arco de Washington, justo donde empieza la Quinta avenida, y una fuente ocupa el centro de la plaza. Me he vuelto a encontrar con obras en una de las esquinas, justo por la que he entrado, y ya estaba pensando mal. Como curiosidad, al sur hay una iglesia con una torre de estilo románico (pero está claro que no es de la época), casi idéntica a otra que tengo vista, pero no consigo encontrar cual.

A parte de esto, he callejeado un poco, viendo algún que otro edificio interesante, y he acabado en la librería Strand, una enorme librería llena de estanterías abarrotadas. Además, cuentan con un merchandising interesante.


Una pequeña tienda de discos


Iglesia en Washington Square


Fuente, arco de Washington, y los primeros edificios de la Quinta avenida


Casas en el lado norte de la plaza


Pequeño memorial en la esquina de Greenwich avenue con la Séptima avenida


No he buscado los locales de jazz del barrio, pero hoy me he encontrado con un cartel en la puerta de uno de ellos


Había visto imágenes de esta calle, y hoy la he encontrado. Por aquí comenzó el movimiento gay de la ciudad


Parte externa de la librería Strand

Como no he visitado mucho más, aprovecho para mostrar algunas fotos del hotel The Jane. La zona en la que está situado me ha gustado mucho, es una zona tranquila de Greenwich Village, enfrente del río Hudson. El hotel tiene 6 plantas, y aunque no es gran cosa, a mí me ha gustado, y es de lo más económico que he podido encontrar en Manhattan. Vale que el baño era compartido, pero eso no es ningún problema para mí. La habitación se asemeja a un camarote, tanto por tamaño como por la decoración. Tienen wi-fi y bicicletas gratuitas, así que son añadidos interesantes. Tiene algunas pegas, como todo. Lo peor es que ya estoy cansado de hacer el camino hacia el metro. Son menos de 10 minutos, pero me lo he hecho cada día un mínimo de dos veces, y a la vuelta siempre cansado.


Fachada del hotel "The Jane"


Entrada


Vestíbulo


Otra vista del vestíbulo (en ese sofá es donde estoy sentado ahora mismo escribiendo)


Esto es lo que he podido fotografiar de la habitación. Debido al tamaño, no he encontrado un ángulo mejor


En la habitación te dejan esta botella de agua con decoración propia (pero una etiqueta te recuerda que el agua es gratis, pero no la botella. Así que mejor no llevársela)


Como punto y final del viaje voy a ver si puedo escribir algo sobre las impresiones que me ha causado la ciudad. Durante todos estos días he puesto en el blog lo que veía, y poco más. Intentaba describir las zonas visitadas, pero lo hacía en un momento en que el cuerpo prefería irse a dormir que estar delante del ordenador. Hoy tengo más tiempo, podría decir que aún dispongo de una hora, y no estoy muy cansado. Encima la lluvia aprieta.

Muchas veces me pregunto si doy el pego como ciudadano de los lugares a donde voy. Seguramente, pues es frecuente que me pregunten por algún lugar por la calle. La primera vez que me pasó en Nueva York no llevaba ni 3 horas en la ciudad. Además, si alguien está con la cámara al cuello, ¿no será un turista? No sé cuantas veces me preguntaron, pero cuatro o cinco seguro. Alguna vez sí que pude resolver la duda, en otras no entendí lo que me preguntaron, así que lo mejor era decir no lo sé.

Nueva York es una ciudad muy grande, eso no es ninguna novedad. Han sido 8 días enteros más dos a medias, y aun así me he dejado mucho por ver o por hacer. Convendría haber planificado un poco mejor el calendario. Pero no me voy a quejar. Algún día más iría bien para tomarme con más calma el lugar, incluso poder descansar algo más.

Ir de compras es algo imprescindible, prácticamente cualquier cosa se puede encontrar por aquí. Un problema puede ser donde y como. Ropa es algo muy frecuente, y creo que lo que hay que evitar es el fin de semana, día en el que está todo abarrotado. Pasé un par de veces por una tienda enorme, Century 21, una en sábado, y casi acabó eso conmigo. En cambio, la segunda vez estaba mucho más tranquilo, y podía buscar cosas con más calma. Si solo se va a mirar, sin nada claro, hay que emplear mucho tiempo.

También quería mirar alguna tienda de cómics, que aunque es algo que me interesa más que la ropa, me encontré en una situación similar. Tienen tantísima cosa en las estanterías que hay que ir con alguna idea clara de qué títulos buscar. Eso sí, casi seguro que lo tienen. Además de un montón de merchandising. Aquí la pega es que los cómics son un poco caros. Si no, seguramente habría comprado más de lo que he cogido.

En el tema de comida no me he preocupado demasiado. Hay muchísimos puestos de comida en la calle, o restaurantes de comida rápida, y entre ambos hay casi cualquier comida. No he ido a ningún restaurante convencional, por lo que he leído son caros, y no me apetecía gastar demasiado. Mi cena ha sido habitualmente a base de bagels, una especie de panecillo. No he buscado de los mejores, pero estaban buenos los que he ido encontrando. Otra cosa que hay en casi cualquier carrito callejero son pretzels, una especie de lazo enorme. Para mí, le ponen demasiada sal. Uno fue suficiente. Otra cosa que he probado son los pancakes, como una especie de crepes algo más gruesas, acompañadas con mantequilla y sirope de maíz (Homer Simpson las conoce como tortitas). Y para comer en cualquier momento se puede buscar un banco en un parque o una plaza, y seguro que alguien más está haciendo lo mismo.

Una cosa importante a tener en cuenta a la hora de hacer las compras, es que en Estados Unidos los precios suelen estar puestos sin impuestos, de forma que al pasar por caja toca pagar más de lo que ponía. Me ha pasado con la comida, ropa, cómics... Prácticamente en todas partes es así, también en el hotel (pero ahí estaba informado con antelación que los precios eran sin impuestos). La excepción la vi en dos tiendas grandes, como Macy's y Century 21.

La orientación por la mayor parte de Manhattan es muy fácil, teniendo en cuenta que las avenidas van de norte a sur, y las calles de este a oeste, siguiendo una numeración en lugar de nombre (aunque algunas avenidas, o al menos algún tramo, sí que tienen nombre). Al final no me hice con ningún mapa. Teniendo estas nociones, y con los planos que me venían en la guía, ya he tenido suficiente. El metro es otra historia, pero a eso le quiero dedicar una entrada completa.

Como aspectos negativos, el tráfico y los olores. Lo del tráfico ya se suponía, pero es que la conducción es muy agresiva. Hay muchos cambios de carril rápidos, cambios de sentido... Los semáforos solo parecen respetarlos los vehículos a motor, y no siempre. Los peatones y ciclistas cruzan en cualquier momento, y no solo cuando no viene nadie. No sé como no he visto ningún accidente ni atropello. Lo de los olores puede ser en parte porqeu no hay contenedores, y la basura se deja en bolsas en la calle hasta que pasa el camión a recogerlas. También salen olores de las alcantarillas, o me habían comentado que de los puestos de hot-dog también puede ser molesto. Pero de estos me he encontrado pocos cerca.

Para visitar lugares, encontré varias posibilidades. Me decidí por el New York City Pass, que por 79$ tienes entrada al MoMA, Metropolitan Museum, Museo de Historia Natural, mirador del Empire State Building, a elegir entre el mirador del Rockefeller Center (Top of the Rocks) o museo Guggenheim, y a elegir entre un crucero semicircular o el Liberty Cruiser (como me interesaba el primero, no miré éste qué cubría). Tienes 9 días para utilizarlo. También hay otro, New York Pass, que cubre muchas más atracciones, y el precio depende de cuantos días quieras utilizarlo. Me da la impresión que para amortizar este hay que ir corriendo de un sitio para otro, y no iba conmigo.

No sé si me dejo algo más que quisiese comentar. Así que si alguien quiere ver la galería completa del día, está aquí. Han sido casi 10 días de viaje, más de 1700 fotos, y no sé cuantos kilómetros caminados. Ahora me quedan unos cuantos días de descanso de verdad, si el bochorno barcelonés me lo permite, antes de volver al trabajo y la rutina.

Nueva York: la parte sur de Manhattan

Hoy ha sido mi último día completo en Nueva York, y no lo considero de los mejores. Entre el cansancio que llevo acumulado después de tantos días paseando y viendo cosas, y el bochorno que hacía (aunque podía ser peor) con amenaza de lluvia, hay momentos que pensaba en lo bien que estaría echándome una siesta en el hotel. Tampoco he empezado el día por la zona más adecuada. Hoy quería visitar varias zonas, todas al sur de Manhattan: East Village, Lower East Side, Soho, Tribeca, y lo que me faltaba del Lower Manhattan, o Downtown.

Siguiendo una guía, he comenzado en el punto más al norte que quería visitar, en el East Village. Aquí las calles no siguen la cuadrícula regular que marca casi toda la isla, y generalmente son edificios pequeños. Un atractivo lo tiene en las tiendas y locales, pero no era eso lo que iba buscando, y además, a primera hora de la mañana todavía estaba todo demasiado tranquilo, salvo los locales de comida sirviendo desayunos. No le he encontrado un gran atractivo.


Iglesia de St. Mark's-in-the-Bowery, frente a una plaza ajardinada


Fachada ondulada


St. Mark's place, un lugar con ambiente, a una hora distinta a la que yo he pasado


Una tienda curiosa


Algunas farolas estaban decoradas

Yendo hacia el sur he llegado a Little Italy, el que fuera barrio italiano. Uno recuerda las películas donde los niños juegan en las calles, y algunos de esos acabarían siendo delincuentes o mafiosos. La última película que he visto que seguro que empezaba allí era "Erase una vez en América". Pero entre que había muchas calles en obras, mucho ruido de trabajos y de tráfico, costaba hacerse a la idea. También porque la calle principal, Mulberry street, estaba preparada para las fiestas de San Genaro. En otro momento del día estaría llena de ambiente, pero cuando me he encontrado allí estaban casi todos los puestos cerrados, y la gente haciendo limpieza.


Decoración en Little Italy


Old St. Patrick's Cathedral


Calle decorada


Parece que ahí ya estaba en Chinatown

Según la guía, luego me he encaminado hacia Bowery, otro barrio, pero que salvo alguna fachada curiosa, no lo tengo como interesante.


Delancey Street, no sabría decir a qué barrio pertenece, no están muy definidos


Vieja fachada publicitaria


"Última" tecnología a la venta

De ahí he buscado el comienzo de otra ruta propuesta, por el Soho y Tribeca. Aquí ha cambiado la cosa, aunque también, es una zona que los amantes de las compras disfrutarán más que yo. Grandes marcas tienen un local aquí. Pero además de las tiendas hay muchos edificios curiosos. Casi todos los que he visto tenían grandes fachadas, escaleras de incendios... Eran muy fotogénicos. La avenida Broadway es un no parar.

Al pasar la calle Canal se entra en Tribeca, otro barrio que tampoco le he visto un gran atractivo. Me llamaba la atención por tener lugar aquí un festival de cine que creó Robert de Niro, pero el lugar donde están las oficinas no presenta nada destacable, si es que no me he equivocado de edificio. En los bajos de la manzana en la que esperaba encontrármelas había varios restaurantes, y poco más. Como no he encontrado una separación clara entre estas zonas, las fotos están todas juntas.


En el Soho se encuentra un barrio histórico, destacado por el hierro fundido


Contrastes de colores y tipos de escaleras












Como se puede ver, me interesaba más la arquitectura de la zona que las tiendas

Desde ahí me quería encaminar hacia el sur de la isla. Al principio pensaba en coger el metro, pero entre llegar a la parada, luego volver a encaminarme al punto en reunión, mejor seguía el paseo que corre junto al Hudson. Está muy bien ese lugar, a lo largo de casi todo el río hay un paseo y carril bici, y parques cada cierto espacio. Ya en la parte del sur, donde he comenzado a caminar, esos jardines los utilizan mucho la gente que trabaja en la zona a la hora de hacer una pausa para comer. Aunque a la hora en que he pasado por allí había mucha gente, es un lugar tranquilo, dejas atrás el tráfico casi imposible de Nueva York, pones por medio grandes edificios de viviendas u oficinas.

Al llegar al extremo sur he vuelto a meterme entre la maraña irregular de calles del distrito financiero, buscando un lugar para comer, y algún sitio que no hubiese visto antes.


Un jardín junto al río Hudson, con Nueva Jersey delante


Una zona de descanso entre tantos rascacielos


Paseo junto al río


Viviendas de lujo en el Downtown


He seguido callejeando por el Downtonw, encontrando esta famosa escultura, en la parte baja de Broadway. Estaba vallada, por lo que nadie se podía acercar


Hoy sí que he podido ver el edificio de la bolsa de frente

Para acabar el día he ido a coger el ferry de Staten Island. Aproximadamente sale uno cada media hora, y tarda unos 20 minutos en llegar. Es gratuito, y en su ruta se acerca a la estatua de la libertad y a Ellis island, pero el crucero que cogí hace algunos días se acercaba más aún.


La gaviota hizo un buen tramo en el ferry, sería para no cansarse


Otro ferry como en el que iba, amarrado en Staten Island. Al acercarnos a la isla se formó una niebla que casi no se veía a dos pasos


La vista del día de la estatua de la libertad


Llegando nuevamente a Manhattan

Como otros días, aquí pongo el álbum completo del día. Ahora voy a ver si preparo la maleta, y así una preocupación menos que tengo mañana.
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