jueves, 20 de septiembre de 2012

Sicilia: Villa Imperial de Casale, y un día algo accidentado

Hoy va a ser una entrada algo breve, pues por incidencias varias poco he podido ver. Así que vamos por orden cronológico, y empiezo por el principio.

Villa Imperial de Casale

En medio del campo se encuentra una antigua villa romana, una mansión enorme llena de mosaicos de diferentes tipos. Los hay de formas geométricas, que tal vez sean los que menos aportan (vuelvo a insistir en Mérida, pero en el Museu Nacional de Arte Romano hay unos mosaicos muy interesantes), y otros de representaciones, que son los que más impresionan.

Yo no he acertado mucho en la hora, ha sido el momento en que varios autobuses de turistas han llegado, y la visita ha sido un poco agobiante. Prácticamente todo se ve desde unas pasarelas elevadas que no te impiden las vistas, salvo que la distancia es un poco grande. Puede que estén a metro y medio de altas. Los ángulos de visión y la iluminación no ayudaban mucho a la toma de fotos, pero he ido tomando varias. Escogiendo algunas de las mejores imágenes, esto es lo que he visto.

Vista exterior de una de las estancias

Maqueta de la villa









Y la siguiente parada ha sido en Ragusa-Ibli. Cuando ya estaba allí, buscando donde aparcar, me ha impresionado como se encaramaban las casas a las pendientes de las montañas. Podía ser interesante dar una vuelta por allí. Pero al ir a aparcar quería dejar el coche lo más cerca de la acera, ya que las calles en Sicilia no son muy anchas (y hablo de las vías principales de doble sentido, donde los dos coches caben justitos si hay otros aparcados). Como era el primer sitio he entrado directamente, y me he acercado demasiado a un bordillo de piedra afilado. El resultado es que me he cargado la rueda. Lo lógico es pensar que se saca la de repuesto y se cambia. No era tan fácil, no había rueda de repuesto, así que he tenido que llamar a la asistencia en carretera que ofrece la empresa de alquiler. Primero he llamado, y no me había enterado de lo que me decían, cortándose la llamada. Por lo visto es que pasaban los datos y ya me llamarían. Mientras tanto, me he acercado de nuevo a la trattoria donde había comido (al menos me enfrentaba a los problemas con el estómago lleno), para ver si me podían ayudar, hablando con asistencia en italiano. En esas, que intento explicarle al camarero lo que me pasaba, pero no sabía inglés. Lo que sí sabía era castellano. Al final me han llamado, y como iba pudiendo (hablar en inglés por el teléfono no me gusta, y menos cuando hace casi un año que no lo hablo) he dado los datos. Parecía que eran más importantes los datos del alquiler que donde estaba (menos mal que era en una ciudad, y no en medio de la carretera). Al final me he aclarado, y me han mandado una grúa. Pero no iba a cambiar la rueda, sino el coche. Total, que hemos ido a Ragusa, que menos mal que era cerca, pero ya había tenido que esperar entre una cosa y otra casi una hora. El coche que tenían allí era un Fiat Dobló, un tipo furgoneta enorme, demasiado para moverme por la isla (el primer día, al no tener disponible el tipo de coche que estaba solicitado me ofrecían un C-Max, que para qué tanto vehículo para uno solo). Otra opción era un Panda, bastante más manejable, pero tenía que ir a buscarlo. Así que papeleo para cambiar el coche, desplazarme hasta Comiso, a unos 20 km, y otra vez papeleo para volver a cambiar de coche. Al final eran las 6 pasadas, y el sol por aquí se pone a las 7, y el desplazamiento hasta el hotel era casi de dos horas. Así que no he visto ni Ragusa-Ibli, ni me he podido acercar a Noto o Siracusa. Pero bueno, ya estaba sacrificando lugares, y qué gracia tiene un viaje sin incidentes. Lo que no voy a dejar atrás es el Etna, que es la excursión prevista para mañana.

Al menos mientras esperaba hice una foto de Ragusa-Ibli:

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