domingo, 29 de diciembre de 2013

Turó de la Rovira

La ciudad de Barcelona está rodeada de algunas montañas. Parte de ellas son de Collserola, que son las que limitan la ciudad, pero algunas otras están en medio del casco urbano. Una de ellas es el Turó de la Rovira, que conocía por haber cruzado un túnel bajo la montaña, que une el barrio de Horta con el resto de la ciudad. Pero investigando, mi hermana había visto que en lo alto se encuentran los restos de una batería antiaérea de la Guerra Civil, y desde donde hay unas vistas de Barcelona bastante impresionantes. Y si encima el día está claro, mejor.

Fuimos en metro hasta Carmel, y desde allí empezamos a callejear en busca del lugar, para el que no vimos señal alguna. Tampoco era demasiado complicado, al ser el punto alto que teníamos a la vista. El día que subimos estaba muy claro, pero con bastante viento, lo que nos incomodaba la visita. El lugar es de libre acceso, y aunque hay algunas vallas de protección, mucha gente las salta para llegar a todos los sitios.

Panorámica de Barcelona, donde se aprecia claramente la estructura del Ensanche

Hacia el norte, la luz era mucho más adecuada

Los restos de las edificaciones



El barrio de Horta




Otra vista de Barcelona

Puig Castellar


En unos días de vacaciones por Barcelona, estoy haciendo alguna que otra escapada. Hoy ha sido al poblado ibérico de Puig Castellar. Posiblemente pertenezca al término municipal de Santa Coloma de Gramanet, pero hoy lo hemos hecho desde Montcada i Reixac.

Ha sido un paseo interesante. Hemos comenzado en casa de mi prima, en Montcada, y por ahí caminado un poco por zona urbana, hasta cruzar el río Besós. Por allí cerca pasaba el GR-92, que es el que sube hasta el poblado. He de reconocer que no era un camino fácil: estrecho y con fuertes subidas. Lo malo es que estaba en zona de umbría, y el suelo estaba húmedo. Pero nada que nos haya impedido llegar. La subida puede que en algo más de una hora se pueda hacer, pero vale la pena parar de vez en cuando para ir admirando las vistas que hay hacia el Vallés y hacia Barcelona.

Creo que al final no se le da mucha importancia al poblado en sí, del que permanece la estructura de varias casas y alguna calle. En la parte alta hay un mirador, desde el que también se puede observar parte del Maresme. Las fotos son más panorámicas que de la ruta en sí.

Cruzando el Besós


Vistas hacia el Vallés, donde se alcanza a ver Montserrat

Barcelona, bajo una luz poco adecuada



Restos del poblado ibérico





Una panorámica de Barcelona, tomada en otra visita que hice en la primavera del 2004

domingo, 22 de diciembre de 2013

Marcha senderista por Cornalvo


Como muchas veces me sucede, si no me pongo a escribir en el blog en el momento de tener las fotos, luego lo voy dejando, y pasa mucho más tiempo del deseado. Esta entrada es un ejemplo de ello.

El último domingo de noviembre, el club senderista Camino de la Plata organiza una marcha popular por el parque natural de Cornalvo. La participación es alta, de algunos cientos de personas caminando por los caminos a lo largo de 25 km. Aunque la distancia es larga, la dificultad es escasa, no hay grandes desniveles, y además, este año me he encontrado con muchos caminos arreglados recientemente, facilitando aún más el paseo.

Ésta ha sido la cuarta vez que he hecho el recorrido, pero la gente con la que confiaba ir no podían, y al final la hice solo (salvo la gente que allí había). La mañana comenzó fría, había que salir abrigado, pero al llegar al primer punto de avituallamiento el sol ya calentaba algo y podíamos ir guardando ropa. Como no iba con nadie, el ritmo me lo ponía yo mismo, y las paradas eran breves. Lo malo es que hacía poco había cambiado las plantillas de las botas, y mis pies no estaban acostumbrados. Las piernas me acabaron bien, no estaba muy cansado, pero los pies me dolían, se me formaron ampollas (pero por suerte solo molestaron un día). Así que como no ando inspirado para contar nada más. mejor dejo que las fotos hablen por mí.

Inicio de la ruta

Primera vista del embalse de Cornalvo, cruzando la presa

Los restos de la helada nocturna


Pasando por el aparcamiento del rugidero


Subiendo al embalse de las Muelas tenemos las mayores pendientes del recorrido

Un vasito de caldo caliente para reanimarnos





Y al acabar nos esperaban estas migas, cortesía de la organización

sábado, 14 de diciembre de 2013

VIII Festival de Cine Inédito de Mérida: en el aula de cultura de Caja Badajoz

Me he retrasado mucho a la hora de cerrar las entradas sobre el festival de cine, no me sirven ya como un repaso de la actualidad. Pero no lo quiero dejar aparcado.

Una sede del festival fue el aula de cultura de Caja Badajoz, donde hay un auditorio no tan grande como el del Alcazaba, pero suficientemente útil. Al menos los asientos son algo mejores y la calefacción funciona mejor. En este recinto se proyectaron dos películas japonesas, se podría decir que entran dentro de la clase que impartían desde CineAsia, “Del manga al cine”, además de un documental y su posterior charla con el director, y la gala de clausura. Pero vamos entrando en detalles.


Cronológicamente, la primera película proyectada fue Thermae Romae, de Hideki Takeuchi. Es una comedia que mezcla la Roma clásica con el Japón actual, encajando perfectamente con una ciudad como Mérida y una temática de manga. En primer lugar, puede chocar un poco ver lo que han hecho, pues los rasgos asiáticos que tenían algunos romanos no son frecuentes en el cine peplum o similar que tenemos visto (claro que hasta qué punto los rasgos vistos en otras películas son fieles a la realidad). Pero para esos personajes han cogido a actores que más puedan dar el pego. Pero dentro de la historia, uno de los adjetivos que mejor la puede definir es delirante. Hay situaciones muy exageradas y sobreactuaciones, pero son cosas que van con cierto tipo de cine oriental. Por lo visto hay películas en las que aquí diríamos “se les ha ido la olla”. Pero se pasa un rato entretenido

Esa misma noche le seguía la proyección de Asier ETA biok, Asier y yo, un documental en el que el actor Aitor Merino quiere mostrar la relación que tiene con su amigo Asier, quien entró en ETA y estuvo condenado por pertenencia a banda armada. Para mí, ésta es una película muy valiente y necesaria. Necesaria, porque muestra otra forma de ver la situación, donde da para conocer muchos matices de gris dentro de los movimientos independentistas de Euskadi. Fuera de allí no se conoce demasiado, las informaciones que se pueden ver en los medios de comunicación dan una visión algo extrema y simplificada. Y es valiente porque el realizador se moja. Aitor Merino es un actor al cual he de reconocer que no conocía, aunque su currículum es bastante extenso (uno de sus papeles más importantes fue en “Historias del Kronen”), y siendo un vasco en Madrid, quiere dejar claras algunas cosas. Y ahí entra en juego su amigo.

La película está narrada en primera persona, cámara en mano, y comienza de una forma muy amena, con toques cómicos, incluso para narrar un asalto de la policía que sufrió en sus carnes. Pero poco a poco va entrando en el tema, y llega dejarte helado. Hay una escena clave y muy sincera, en la que Aitor está con la familia de Asier en la primera cena de nochevieja tras la excarcelación, y Asier discute con su madre sobre política y las formas de llevar a caso o ver lo que hace ETA, opinión que la madre no comparte. Y es duro para madre e hijo ver como se quieren, como no han estado juntos en mucho tiempo, pero tal vez las cosas podrían llegar a un mal punto. Cuando detuvieron a Asier no llevaba armas ni tenía ninguna causa por daño a nadie, tan solo pertenecía a la banda terrorista, lo que hace que aún se le pueda ver con buenos ojos. Pero ¿qué pasaría si realmente llegase a actuar? ¿La situación con la familia o con Aitor cambiaría? Son preguntas que el documental intenta responder.

La verdad es que no me es fácil explicar todo lo que sentí al ver la película. Al acabar hubo un coloquio en el que el público le iba comentando a Aitor Merino lo que le había parecido la película y preguntando cosillas, prácticamente todas de la situación vasca, y a veces encadenando con la película. Fue una noche muy interesante.

Aitor Merino presentando su película

El público en el momento de la proyección

La charla tras la película

A la mañana siguiente teníamos una clase sobre “Del manga al cine”, en la que Gloria Fernández y Enrique Galcerán nos explicaban un poco de historia cinematográfica relacionada con los cómics en Japón. Ya el año pasado los había visto enseñándonos sobre Bollywood, y no me lo quería perder esta vez. Disfruté mucho, y pude conocer mucho más sobre el cine japonés, pues hay muchas películas que lo tendrían muy difícil para calar en occidente: delirantes, acercándose a veces más a los dibujos animados que a una película de acción real. Pero es cierto que el manga cada vez cuenta con más aficionados por aquí.


Una muestra de mangas adaptados al cine o televisión, o películas basadas en mangas

Gloria y Enrique, de CineAsia

Y la noche fue el momento de clausurar el festival de cine, con una gala sencilla, llevada a cabo por los que son presentadores habituales: Israel Espino y Francisco Vadillo. Las actuaciones musicales corrieron a cargo de un trío de acordeones del conservatorio municipal, y se entregaron los premios Miradas y dieron a conocerse los premios del público y del jurado joven.

Comienza a llegar la gente a la gala de clausura


Los presentadores de la gala

Vistiéndose de acuerdo a una filmografía predominante: Japón

Ángel Briz, presidente del festival


Dos de los ganadores de los Premios Miradas

El jurado joven

Y como guinda del pastel, otra película japonesa, “Always”, una historia de un barrio y sus personajes en época de postguerra. La película se podría definir como amable, una historia costumbrista más o menos sencilla, pero puesta en escena de una forma más o menos amena. Ya dije en alguna ocasión que no soy aficionado al cine costumbrista, donde parece que no pasa nada, pero también depende de cómo esté contada la historia.

Hasta aquí la octava edición del festival. Ahora toca esperar que pase el tiempo para la novena.

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