domingo, 31 de marzo de 2013

Amarante

Tenía curiosidad por ver este pueblo, ya iba a ser el final de la jornada, y cuando he llegado ya era un poco tarde, empezaba a oscurecer. Así que sabía que uno de los puntos importantes era el puente sobre el Tâmega, que lo he cruzado y fotografiado, y dado una pequeña vuelta en busca de edificios curiosos, pero no he encontrado muchos (tampoco los he buscado en profundidad).






Parque nacional de Peneda-Gerês y alrededores


Y al tercer día de viaje por fin se ha podido salir tranquilamente. Ha habido algún momento de lluvia, pero eran chaparrones breves que lo que han conseguido es que tardase más en salir del coche. Pero incluso se ha despejado el día, he visto el azul del cielo.

Así que al final no he cambiado planes, y me he ido a hacer una ruta que me indicaban en la guía, en el Parque Nacional de Peneda-Gerês. Este parque se encuentra en la frontera, y ocupa territorio de España y Portugal. La parte que he visitado ha sido portuguesa, y una pequeña parte nada más, pues es bastante extenso. He cruzado un poco por Galicia, pero eso lo comentaré cuando llegue el momento.

La ruta empezaba en Ponte de Lima, en realidad a bastantes kilómetros de la entrada al parque. Como todos los pueblos de la zona, me ha sorprendido gratamente, y aunque pequeño, vale la pena dar un paseo. Otra cosa que me ha sorprendido es el río, pues me esperaba algo más pequeño, y tiene un tamaño considerable.






La segunda parada ha sido en Arcos de Valdevez. El pueblo prácticamente no lo he visto, me he quedado con lo que creo que era más bonito, que es el río Vez. He andado pocos metros, desde un aparcamiento que hay justo al cruzarlo hasta un puente peatonal, pero ese corto espacio me ha dado para hacer unas cuantas fotos.





Las siguientes paradas ya han sido en el interior del parque, comenzando por una de sus entradas, Portela do Mezio. Al ir subiendo ya se van disfrutando las vistas, paisajes de montañas decoradas de florecillas amarillas. Las arboledas estaban algunas taladas, causando un efecto de destrucción. Pero a medida que entraba en el parque los paisajes eran más espectaculares, las montañas más grandes, y casi imposible de mostrar en foto lo que se veía.




Las flores protagonistas en la montaña

Dentro del parque hay bastantes pueblos, y uno de ellos es Soajo, donde el principal atractivo es un grupo de espigueiros, hórreos de piedra que se encuentran en multitud de lugares de la zona. En esta ocasión, en lo alto de un montículo de granito hay 24 de ellos (según la guía, no los he contado. Y un grupo de gente que había por ahí en ese momento tenía varias versiones).




Las siguientes paradas, paisajísticas. Por la carretera era muy fácil ver vacas con una cornamenta curiosa, pero hay que tener cuidado, pueden estar en medio de cualquier sitio. También me he encontrado con caballos, y lo curioso, algunas mujeres al estilo tradicional: de negro, llevando los fardos en la cabeza (pero no hay testimonio de ello).





En esa última parada se divisaba a lo lejos el santuario de Nossa Senhora da Peneda. No tenía claro si ir o no, y al final he confiado en que hubiese algún restaurante allí para comer, pues se acercaba la hora. Ha sido un acierto, pues aunque el santuario no sea ninguna maravilla (por lo visto está inspirado en el del Bom Jesús de Braga, el cual visité ayer, pero este es más sencillo), el entorno es impresionante.

Allí mismo hay un hotel que cuenta con restaurante, que es donde al final he comido. Es algo carillo, pero la alheira de caça que me he cogido (era de lo más económico de la carta) era potente.







Y después de comer he ido en busca de los últimos rincones del parque que iba a visitar. Acercándome a la parte baja del embalse del Alto Lindoso he buscado fotos interesantes que hacer por ahí, ya que iba viendo paisajes de la presa y el entorno que me gustaban, pero no era fácil fotografiar (como pasa muchas veces con los paisajes).


La presa desaguando

Después del embalse ya me he propuesto ir directo a Amarante, confiándole al GPS la ruta que me evitase autopistas (desde que las autovías hay que pagarlas en Portugal que intento evitarlas). No sé si ha sido un acierto, pues me he hecho un montón de kilómetros por carreteras perdidas de montaña, si es que se le podía llamar carreteras, callejuelas de aldeas en las que daba miedo entrar por si se enganchaba el coche, caminos en los que esperaba no cruzarme con nadie... Para esto he cruzado un poco por Galicia, para volver a entrar en Portugal por otro rincón del parque. Paisajes generales, grandes vistas, no había, pero sí que transcurría la carretera (en mal estado) entre árboles, y con bajadas de agua por todas partes. Si me hubiese cogido el trípode y tuviese ganas, todavía estaba allí dentro haciendo fotos de agua, pues era una cantidad enorme de caídas las que había. Ver todo eso con calma requeriría varios días, y seguro que aun así solo se disfrutaba de una parte.

sábado, 30 de marzo de 2013

Braga


A la ciudad más importante de la zona he llegado sin muchas ganas. Ya estaba algo cansado, pero era pronto para volver. Como en otras ocasiones, he paseado por su casco antiguo. Tiene lugares muy bonitos, y no he hecho más que callejear, pero ya empiezan a parecerme iguales todos los pueblos. Lo que encontré curioso es que los edificios modernos se encuentran junto a los más antiguos del centro.









Por suerte me he acordado que en las afueras había algunos lugares más interesantes, así que he ido al que me parecía más famoso, la iglesia de Bom Jesus (todo esto lo sabía tras leerlo en una guía que tengo). La carretera iba subiendo entre árboles gigantes, ya el camino era interesante. No había un lugar específico para aparcar ampliamente, cabían unos pocos coches, pero unos metros más arriba había otro hueco para 3 o 4 coches más. Así que me he parado junto a una pequeña cascada, y me he acercado al mirador que apuntaba hacia Braga. Pero lo mejor estaba detrás, la escalera que sube hacia la iglesia. Esa escalera va zigzagueando, y lo que parece una gran altura no lo es tanto (en Lamego, por ejemplo, había que subir más). Parece que para ese lugar le encaja perfectamente un día gris, contrastan las piedras grises llenas de liquen con el blanco gastado de los muros. Para mí, lo mejor de Braga, imprescindible.

Panorámica de Braga, al inicio de la escalinata




Otra alternativa para subir es coger este funicular

Barcelos


Estaba planteándome volver al hotel y dar por perdido el día, pero me he dicho que mejor paraba en algún sitio a comer, y a ver qué pasaba. La parada ha sido en Barcelos, famosa por dar origen al gallo símbolo de Portugal. No tiene mucho para ver, pero justo mientras comía ha parado de llover, y había que aprovechar la oportunidad. Prácticamente todo lo interesante se encuentra en lo alto de una colina sobre el río Cávado. Entre lo visto, las ruinas de un antiguo palacio, algo encantador. Quedaban los muros y huecos de las ventanas, todo con musgo por encima, y nadie más que yo paseando en ese momento (bueno, había otra persona más, pero solo por la parte externa). Y después de ver las fotos llego a la conclusión de que en vivo sorprende mucho más que en foto, no he sido capaz de captar la esencia.








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