martes, 29 de abril de 2014

Cabo de São Vicente

Mi última visita al cabo de São Vicente fue algo rápida, en parte por culpa del viento. Era muy fuerte y daba miedo acercarse al borde de los acantilados. No me disgustó demasiado, ya que era la tercera vez que lo visitaba (una de esas veces ya tenía blog, y aquí hay algo).

El cabo es la punta suroccidental de la península Ibérica, uno de esos extremos de tierra cargados de simbolismo. Hay un faro en la misma punta, lo que le quita un poco de encanto. También hay muchísima gente, es fácilmente accesible en coche. Pero si el tiempo lo permite, vale la pena darse una vuelta, ver las caídas verticales de un montón de metros, y apreciar como en ese punto la costa va hacia el norte o hacia el este.

Tengo pocas fotos, pero dan para una breve entrada.

El faro del cabo de San Vicente

El faro visto desde más cerca

Otra vista del faro

La costa hacia el este

La costa hacia el norte

La vegetación que surge entre las rocas

jueves, 24 de abril de 2014

Praia de Carrapateira

Tras volver de viajar por la costa portuguesa en semana santa, toca poner en orden las fotos y subirlas al blog. Además, esta vez he decidido ponerlas por lugares, no por días, salvo el primero, que fue una ruta senderista.

El escogido ahora es la playa de Carrapateira, a la que ya le dediqué una entrada hace un tiempo, en otra visita anterior. Pero ahora tengo fotos nuevas. Hay dos aparcamientos, el primero de ellos es el que deja más apartado, y hay que ir por un caminito en la ladera de la montaña, y al acabar cruzar un arroyo. El segundo deja más cerca, pero el arroyo sigue por medio.

La playa tiene la parte de baños, aunque en estas fechas eran surfistas los que más la utilizaban, y una gran extensión de arena, varias dunas, que recuerda a las imágenes típicas de un desierto.

El día no estaba claro, y no he tenido ocasión de arreglar las fotos, pero es que si las dejo no sé cuando las tendría disponibles.












Vista general desde el segundo aparcamiento

lunes, 21 de abril de 2014

Rota Vicentina: Aljezur


En la costa atlántica de Portugal, entre Sines y el cabo de San Vicente, existe un camino llamado Rota Vicentina. En un primer lugar tiene dos divisiones, el camino histórico y el trilho dos pescadores. Así como el primero es continuo, el segundo tiene tramos. Uno de esos tramos es una ruta casi circular cerca de Aljezur, y como me alojé en un hotel cercano con unos amigos, decidimos hacer este camino.

Este camino comienza junto a la playa de Arrifana, y está bastante bien señalizado. El primer tramo transcurre un poco interiorizado, cercano a la urbanización Vale da Telha, que en semana santa está desértica, no se encuentra apenas a nadie por las calles. La vegetación es baja, todo lleno de flores, parece uno estar caminando por un jardín botánico. Algún trozo hasta estaba muy cerrado, y en su mayoría es arena fina la que se pisa, lo que ralentiza bastante el paseo.

Playa de Arrifana

Primer obstáculo a cruzar, un pequeño riachuelo (y mi sombra dentro del encuadre)

Las flores dando colorido al campo

Un pequeño pinar en la ruta

Más flores, ahora variadas

Llega el momento en el que el camino alcanza el borde de unos acantilados. Y como todos los acantilados de la zona, las vistas son impresionantes. Están en estado salvaje, lo que quiere decir que no hay vallas ni protección alguna, uno se puede acercar hasta donde se atreva. Al poco rato llegamos a la Ponta da Talaia, donde recuperamos el contacto con la civilización, después de un rato solos. Hay un aparcamiento cercano y varias ruinas. Pero el camino sigue.




Una pequeña playa, prácticamente inaccesible a pie

Ruinas en la Ponta da Talaia



El camino sigue por la parte alta de los acantilados, siempre con buenas vistas, pero por arena, y a veces sin quedar muy claro por donde va. Siempre se encuentra alguna señal que nos indicaba que íbamos por buen sitio. La ruta llegaba hasta el Monte Clérigo, pero se nos iba haciendo tarde. Poco antes (pensábamos que nos faltaba más, pero en realidad estábamos cerca) hay unos pequeños aparcamientos que entroncan con la carretera que vuelve a la urbanización, y es lo que hicimos, volver antes de quedarnos a oscuras en medio del campo.

Roca erosionada por el viento

Las gaviotas lo tienen fácil para llegar hasta la playa. Las personas no tanto


domingo, 13 de abril de 2014

Un pequeño paseo por la sierra de Hornachos

La zona de Hornachos hace tiempo que la tenía pendiente, no conocía mucho el lugar, y hace algunas semanas fui a dar un paseo por allí, aprovechando que había salido un buen día, y no había previstas altas temperaturas.

La información que había encontrado no era mucha, confiaba en informarme mejor al llegar al pueblo. Me acerqué a la oficina de turismo, donde tenían algunos folletos. En uno de ellos aparecía un mapa con algunas rutas recomendadas, pero ya me avisaron de que apenas estaban señalizadas. En parte tampoco suponía ningún problema, pues los caminos que hay son los que estaban en el mapa, y alguna marca de pintura indicando alguna bifurcación. Al final, el camino que tomé fue uno cortito, lo que marcan como Camino de los Escalones y Fuente de los Moros, unos 7 km.

Comienza subiendo hacia el castillo, desviándome para llegar a las ruinas, con unas vistas preciosas de Hornachos. La subida es algo lenta, además de pendiente había muchos arbustos, mucha vegetación baja que casi cerraba el camino.

Primeras vistas de la subida

Hornachos

El campo lleno de flores

Las ruinas del castillo desde el camino



De vuelta al camino, subiendo un poco más


Otra vista del castillo


En una bifurcación se puede seguir adelante, o ya tomar la parte alta de esas montañas, donde el camino pasa a ser llano, pero plagado de jaras dejando intuir el camino. En ese momento todavía estaban por florecer, ahora ha de ser espectacular.




En un punto del camino los árboles casi cierran el paso


Había un punto en el que parecía haber un camino que bajaba ya hacia el pueblo, pero no descendí por él, preferí seguir adelante, hasta llegar a una casita medio perdida, una pequeña construcción aislada en lo alto de una vaguada. Y ahí empezaba a bajar ya entre piedras sueltas y antiguos muros. Un descenso un poco lento, pero no demasiado largo. Una vez llegado al camino asfaltado está la fuente del Moro, y desde ahí al pueblo solo quedaban unos pocos metros más.

Bajando de vuelta al pueblo

Interior de lo que creo que es la Fuente del Moro


Una calle de Hornachos

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