Hoy me he metido una buena paliza de kilómetros, sin aportar apenas nada. Además, el GPS me ha metido nuevamente por una carretera de ripio, y tengo el coche lleno de polvo. Lo peor es que se cuela en el maletero, y la maleta me está cogiendo un color blanquecino.
Tenía un punto en mente: la quebrada de las Conchas, ya cerca de Cafayate. De Salta a Cafayate corre la carretera RN68, en su mayor parte sin interés paisajístico. Pero a unos 80 km de Cafayate entra en la quebrada, donde las montañas estrechan su paso, y además, la erosión ha trabajado de miles de formas. He contado 65 km de carretera, donde no sé la de veces que he parado a hacer una foto a algo que me llamaba la atención. Hay muchísimos arcenes anchos, y se puede parar sin problema. Muchas veces, incluso hacía la foto sin bajarme del coche. A ratos pensaba que al paso que iba no llegaría nunca al destino, siempre aparecía un rincón nuevo para fotografiar.
Al llegar al hostal me han dicho que había un punto en el que sale una ruta a pie para adentrarse más en la quebrada, pero me lo he pasado de largo. Además, esos 40 minutos no me iban bien, se me habría hecho muy tarde. Pero sí que me he bajado para ver un par de rincones que me han dejado sin palabras. Los dos son unas aperturas casi verticales en la montaña, lo que en un principio debería haber sido agujeros, pero que acabaron abriéndose al exterior. El primero es la garganta del Diablo, lo que los indígenas consideraban la puerta del inframundo, y el segundo el Anfiteatro, la puerta al supramundo. Dudo que las fotos hagan honor a la grandiosidad del hueco, a la impresión que me he llevado ahí dentro.
Aunque el viaje me suponga ciertos sufrimientos, mucha paliza de coche y por sitios raros, llegar a lugares como este lo recompensa de lleno.
Entrada a la Quebrada de las Conchas
La Garganta del Diablo vista desde la carretera
Acercándome al Anfiteatro
Con la persona que se ve pequeñita se puede apreciar el tamaño del espacio
El Nido de Loros
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