lunes, 31 de octubre de 2016

Argentina: Salta

(Visitado el día 14 de octubre)

La jornada de hoy ha tenido poca actividad. Tocaba cambio de zona, y entre ir al aeropuerto, coger el avión, recoger el coche y salir hacia el alojamiento, se me ha ido toda la mañana.

He llegado a Salta justo para comer, y me he acercado a la plaza 9 de julio, que es el pleno centro de la ciudad. La plaza está rodeada de varios edificios de estilo colonial, destacando su catedral. Y en otro rincón se encuentra el Museo Arqueológico de la Montaña, dedicado a la cultura inca que vivía a grandes alturas. Como pieza estrella tienen las momias de unos niños que fueron sacrificados a más de 6000 metros de altura, lo que ha conseguido mantenerlas en perfecto estado durante cientos de años, hasta que las descubrieron el siglo pasado. Es un poco macabro, no nos engañemos.

Casi todo el interés turístico se centra en la plaza, aunque yendo por la calle Caseros nos encontramos con otra iglesia, la de San Bernardo, que aunque no he entrado, por fuera es espectacular. De un estilo similar a la catedral.

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Catedral de Salta

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Plaza 9 de julio

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Cerro de San Bernardo desde el centro

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Esos lugares los he visto por la tarde, con luz del día, y por la noche iluminados. Además, la plaza se ha llenado de gente, era un bullicio constante, incluso con dificultad para moverse por algunos puntos.

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Y la ciudad ya de noche

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Entre ambos momentos he subido al cerro de San Bernardo, una montaña que alcanza los 1454 metros (pero no sé el centro de Salta a qué cota está), a la que se puede subir en teleférico, a pie o en coche. La subida la he hecho en teleférico, pero con la idea de volver andando. No quería forzarme demasiado hoy, que no me he recuperado del todo. La vista de la ciudad y del entorno es impresionante, se aprecian algunas montañas altísimas en la lejanía, que seguramente mañana alcance. El problema de ir por la tarde es que el sol está de frente, impidiéndonos ver bien el entramado urbano, Aunque podría ser buen momento para tomar la puesta de sol.

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Distintas vistas desde lo alto del cerro de San Bernardo

domingo, 30 de octubre de 2016

Cataratas de Iguazú en Brasil

(Visitado el día 13 de octubre)

Después de ver las cataratas desde el lado argentino, ahora tocaba conocerlas desde el brasileño. La experiencia es completamente diferente, cada una tiene su interés. Pero vamos por pasos.

Tras preguntar en la oficina de turismo me dijeron que hay dos empresas que van al parque nacional de Iguazú en Brasil: Crucero del sur y Río Uruguay. La primera salida de ambas es a las 8 y algo, y me he decantado por la segunda porque es la misma que va al parque argentino. Luego he visto que tiene más variedad de horarios. En teoría, la salida desde la estación de autobuses (ómnibus) de Puerto Iguazú es a las horas y media, y desde Brasil a las en punto. Pero claro, depende del paso de la frontera, los horarios es fácil que no se cumplan.

Me he subido al primer autobús, y he emprendido el camino. El paso por la aduana es bastante rápido, y el chófer se baja e indica lo que hay que hacer, así que no supone ningún problema. Primero en el lado argentino hay que bajar, para indicar la salida del país, y luego en el brasileño la entrada. Enseñas el pasaporte, lo escanean, ponen un sello, y adelante. El proceso se repite a la vuelta. La llegada al parque me ha dado la sensación de que es más rápida a Brasil, pues la carretera va por zonas más urbanizadas.

Se paga la entrada al recinto, y aceptan tarjeta, por lo que no me ha hecho falta cambiar a reales, no he tenido ni uno en mis manos. Y tras pasar el acceso hay un autobús que recorre el parque, con varias paradas. Las primeras son de caminos entre selva, y accesos a puertos, pero los he dejado atrás. En un principio porque prefería empezar por las cataratas antes de que hubiese demasiada gente. Pero luego me ha surgido otro problema, y es una molestia en la pierna que casi no me deja estar de pie o andar mucho rato, lo que es un auténtico fastidio para un turista.

Por lo tanto, me he bajado en la penúltima parada, que es el inicio del paseo de las cataratas. Solo bajar del bus y ya se ven ahí delante. El camino es hormigonado, con algunas escaleras, no presenta ninguna dificultad, y todo el rato se va viendo el río, oyendo el rugido de las cataratas, y también el de los helicópteros que dan una vuelta panorámica. Desde este lado se ven los saltos en su conjunto, dan una visión completa de lo que hay. La última pasarela te deja de lleno en la garganta del Diablo, parece que puedas tocar el agua. Y bueno, toda la que se vaporiza te da una buena ducha, algo que hay que tener en cuenta, que vas a acabar muy mojado. Después de esta pasarela se sube a una torre por un ascensor, donde también hay una vista impresionante. Y de ahí a la zona de la última parada del bus, y una zona de tiendas y restauración, hay escasos 300 metros. Esta visita se puede hacer bastante rápido, emplear más de dos horas parece mucho, a no ser que te quedes a contemplar mucho rato las cataratas.

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Hotel en el interior del parque

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Primera visión de las cataratas, solo bajar del autobús

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Pájaros volando entre las nubes

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La Garganta del Diablo vista desde abajo

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Pasarela a la Garganta del Diablo

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Desde lo alto de una torre

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Por la noche tenía programado un paseo con luna llena por la garganta del Diablo de Argentina, pero no ha podido ser. Anoche estuvo lloviendo todo el rato, con tormenta en algunos momentos, y ha sido por la mañana cuando ha parado. Cuando he salido del hotel estaba muy nublado, pero no ha llovido nada más. A última hora parecía aclararse, pero me ha llegado un correo diciendo que cancelaban el paseo, y es que al no haber iluminación artificial depende de la luz de la luna, y claro, si está nublado no hay luz. Así que en parte me ha ido bien, he llegado pronto, he comido cerca del hotel, y me he quedado toda la tarde descansando, a ver si se me pasa la molestia, que aún me queda mucho viaje por delante.

Ruinas de San Ignacio Miní y minas de Wanda

(Visitado el día 12 de octubre)

De todos los días que llevo en Argentina, puede que éste haya sido el menos agotador. Básicamente, porque no he hecho apenas nada, salvo dejar que me lleven. Quería conocer las ruinas de las misiones de los jesuítas, a unos 250 km al sur de Puerto Iguazú, y lo mejor era contratar una excursión y dejarme llevar. El trayecto son algo más de 3 horas de autobús (y luego otras tantas de vuelta), por una carretera no muy buena, con varios tramos en obras. Pero me he dejado llevar, me he echado una siesta, he leído... Que me lo he tomado con calma, y mentalmente se nota.

Había mirado esta excursión antes de viajar, pero me desesperaba ver que algunas agencias la mencionaban, pero no daban la posibilidad de reservar online. Además, todas ponían que la excursión se hacía en lunes, miércoles y sábado. Una vez aquí he entendido el motivo, y es que las agencias venden las plazas, pero son intermediarios con un mayorista que es el que pone el autobús y nos lleva. Lo que no entiendo es que en una agencia pregunté, y me dieron un precio de 580 pesos. Como era complicado reservar por adelantado, me dije que ya pasaría cuando estuviese aquí. Y fue más interesante, pues cogiéndola aquí me costó 500.

La visita a las ruinas ha sido guiada, por lo que he podido conocer datos históricos. Para mí, las misiones que se establecieron en Sudamérica tuvieron un componente negativo. La llegada del europeo, con idea de evangelizar, y aunque también culturizasen, pero con la intención de cambiar a la gente que se encontraban. Pero son hechos históricos pasados que hay que conocer. En la zona entre Argentina, Paraguay y Brasil se establecieron 30 misiones, de las cuales la mayoría desaparecieron completamente. Y éstas, las de San Ignacio miní, son las que mejor se conservan. Aunque desde su abandono sufrieron una ocupación de la vegetación importante, y en los años 40 (creo) comenzaron a recuperar el lugar. Hoy en día su punto más espectacular es la fachada de la iglesia, pero la gran explanada que hay frente a ella también sorprende. Y aunque menos espectacular, pero también se mantienen las estructuras de varias viviendas. Entre lo que se ve y nos explicaron, se puede uno hacer una idea de como se vivía.

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Entrada a las Misiones de San Ignacio Mini

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Maqueta de como fue el lugar

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Lagarto corriendo por uno de los muros

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Entrada a la iglesia

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Fachada desde más cerca

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Interior de lo que era la iglesia, con el suelo original en primer término

No hay excursión que sea solo a las ruinas, todas incluyen visita a las minas de Wanda, una mina de piedras preciosas que está en la ruta. Aunque no me atraía al principio, es curioso conocer como son. El terreno de la zona es de basalto, que en su enfriamiento quedaban atrapadas burbujas de gases, que se soldificaron en forma de minerales, como la amatista o el cuarzo. En un principio la mina era a cielo abierto, pero los óxidos de hierro que salían de allí no eran muy beneficiosos para el entorno, y se procedió a excavar. Explican que la excavación es con paciencia, pues hay que localizar las geodas e intentar extraerlas sin romperlas, bastante complicado cuando no se sabe donde encontrarlas. La visita acaba teniendo un componente económico, la tienda en la que te venden de todo con los minerales extraídos.

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Explanada de las minas, de cuando se extraía a cielo abierto

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Interior de una geoda que han dejado ahí

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Extracción del mineral en el taller

Cataratas de Iguazú, lado argentino

(Visitado el día 11 de octubre)

Hoy por fin he podido visitar uno de los lugares más impresionantes y conocidos del mundo: las cataratas de Iguazú. Le tenía algo de miedo al tiempo, de que estamos en zona tropical, y podía hacer mucho calor. Pero el día ha estado gris, lloviendo a ratos, y la temperatura era muy llevadera. A última hora ha salido algo el sol, y picaba mucho, pero eso solo ha sido un ratito.

El día lo he comenzado dando vueltas por Puerto Iguazú. Quería hacer varias cosas antes de irme de visita turística, y me ha costado. Pero cuando me he ido ya lo tenía todo más o menos listo. Para ir hasta el parque está la línea "Río Uruguay", que por 65 pesos por trayecto te lleva y te devuelve. Comienza en la estación de autobuses, aunque tiene algunos puntos de acceso más. Una vez en el destino se paga la entrada al parque, y a disfrutarlo. Se puede contratar una excursión organizada desde Puerto Iguazú, pero creo que no vale la pena, ya que no es complicado llegar, y las cataratas se disfrutan más por cuenta propia, y no yendo todo un grupo junto. Lo único, que no hay explicaciones.

Una vez entrado en el parque hay una amplia zona con centro de visitantes, excursiones que se pueden hacer, restaurantes, tiendas... Pero de esto no hay que preocuparse, hay muchas zonas de restauración a lo largo del parque. También ahí empiezan las primeras rutas. La primera que quise probar era del Sendero Macuco, creo que es la más agreste, y puede que menos transitada, pero el camino estaba cerrado por mantenimiento. Así que comencé por el sendero verde, un fácil camino que une las dos primeras estaciones de un tren que recorre el parque.

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Entrada del parque

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Cruce con el tren, rodeado de selva

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Un habitante de la zona

Al llegar a la estación de Cataratas hay dos rutas, la inferior y la superior. En mi opinión, la inferior ofrece vistas de las cataratas más espectaculares, pero hay que subir y bajar unas cuantas escaleras. La superior es más fácil de caminar, y se ve el agua, como viene de los ríos, aparentemente tranquila, y llega a un punto en que cae. Sea como sea, hay que andar con cuidado, pues las pasarelas son metálicas, y si están mojadas resbalan bastante en algunos sitios.

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Primera visión de las cataratas

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Diferentes vistas de los saltos

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Saltos Adán y Eva

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A ver quien tiene el valor de acercarse al borde

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Salto Dos Hermanas

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Por el Paseo Superior

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Otra cosa que hay que andar con cuidado es con la fauna, en concreto los coatíes. Hay áreas de picnic, y saben que por ahí suele haber comida, por lo que empiezan a rebuscar. Y saben donde llevan los turistas esa comida, de forma que las mochilas pueden correr peligro, en cuanto empiezas a abrirla vienen un montón de animales. Como te descuides, los tienes encima, en plan película de terror.

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Coatíes al acecho

Seguimos hacia el punto fuerte. Volviendo a la estación de Cataratas, cogemos el tren hacia Garganta del Diablo. Ese tramo no hay otra forma de hacerlo. Desde la estación salen las pasarelas que van cruzando tramos de río, hasta llegar a la garganta. Es tanta agua la que cae y con tanta fuerza, que se vaporiza. Mirando hacia Brasil, no se veía caer el agua, se formaba una nube en la parte baja. Y cuando una de esas nubes se mueve, pega una ducha de agua fría a todo el personal. Por eso, conviene llevar impermeable y vigilar las cámaras, que no se mojen mucho.

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Un camino viejo abandonado

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La Garganta del Diablo. El fondo no se ve por el agua vaporizada

Dentro del parque también hay opciones de paseos en barco, o el traslado a una isla frente a las cataratas, donde hay otra ruta más, pero con lo que tuve que hacer antes y el cansancio que acumulaba, iba justo de tiempo y no pude hacer más que los tres caminos principales. Por suerte, no tuve una sensación de masificación. Había gente, en algún punto concreto una visita guiada con mucha gente concentrada en un punto, pero por lo general se pudo hacer todo muy bien.

Al volver a Puerto Iguazú quise aprovechar que aún no había anochecido y visitar un punto simbólico: el hito de las tres fronteras. Pensaba que solo sería un monolito, pero han montado una fuente, tiendecillas, un paseo... Para simbolizar lo que dice su nombre, que ahí delante podemos ver Paraguay y Brasil, separados ambos países por los ríos Paraná e Iguazú (éste, algunos kilómetros aguas abajo de las cataratas).

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Hito de las Tres Fronteras

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Enfrente Brasil, a la izquierda Paraguay, y yo desde Argentina
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