domingo, 18 de junio de 2017

Menorca: Binibeca

El retraso que llevo con el blog es lamentable. Son más de 3 meses que he visitado sitios y no he conseguido ponerme frente al ordenador para escribir sobre ello y acompañarlo con fotos. Y luego pasa que la memoria tiene agujeros, y no recuerdo bien los detalles. Vamos a ver como lo soluciono.

A principios de abril me fui unos días a Menorca, un destino tan cercano y accesible a Barcelona y que nunca había hecho por ir. Mucha gente me había hablado bien, y como me encontraba con una semana disponible, pues decidí que podía ser un buen lugar. Además, en primavera no hacía calor todavía, y la isla no estaría masificada.

Al bajar del avión fui a recoger el coche de alquiler, y a partir de ahí a buscar lugares interesantes. El primero fue Binibeca (o Binibéquer, lo he visto de las dos maneras). Pero sobre todo lo que es la parte vieja. Son una serie de callejuelas muy estrechas, solo se puede acceder caminando, entre casas blancas. En el momento de mi visita no me encontré a nadie más por ahí, por lo que la tranquilidad era total.

Binibeca, antes de adentrarme por sus callejuelas








Al salir del entramado di una vuelta por las calas, los pequeños acantilados que bordean el pueblo, paseando entre rocas afiladas, con cuidado. Las vistas de la zona también son interesantes.



Un paisaje casi lunar

sábado, 3 de junio de 2017

Alandroal

Recuperando fotos pendientes, continúo con la ronda portuguesa, de un día de febrero que visité algunos rincones cercanos a la frontera. Y después de ver la fortaleza de Juromenha buscaba un lugar donde comer, y un pueblo lo suficientemente grande como para poder encontrar un restaurante y que no estuviese demasiado lejos era Alandroal.

Había visitado el lugar una vez, hace unos cuantos años. Puede que ni siquiera tuviese el blog todavía, y me dedicaba más que ahora a salir y conocer rincones nuevos. Esta visita fue un poco rápida: entrar al castillo, pasear por su muralla, que es de lo que más vale la pena, y callejear un poco.

Y como siempre, mejor que hablen las fotos que no mi memoria.


Edificios olvidados le dan un toque nostálgico a Portugal

Colores habituales en las construcciones de la zona

Escalera de subida a la muralla

Vistas desde la muralla, y no todo está degradado




Juromenha

Hace tiempo que le estoy perdiendo capacidad al blog, tardo mucho en actualizar las entradas, y casi acaban cayendo en el olvido. Necesito ponerme en el ordenador un poco más y no perder el tiempo al encenderlo. Por eso, vamos a ir recuperando material pendiente, por ahora de febrero.

Buscaba algún sitio de Portugal no muy lejano, y que no hubiese visitado aún. Encontré en el mapa una fortaleza, Juromenha, situada justo junto al río Guadiana, y un poco al sur de Badajoz. Valía la pena ir a conocerla.

Juromenha es en realidad un pueblecito, y allí se encuentra la fortaleza, abierta al público según un horario, pero de entrada libre. Hay una sensación importante de abandono, las hierbas creces a sus anchas, pero todo le da al conjunto el toque especial de encanto. Y en el momento de la visita había algo de neblina, que le añadía un toque fantasmal.

Entrada a la fortaleza de Juromenha


España al otro lado del río


En el interior de la iglesia






Crecen las malas hierbas
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