Durante mucho tiempo oí decir que Bilbao era una ciudad fea. Desde el mar hasta la ciudad, la ría estaba muy industrializada, allí se encontraban los altos hornos, y seguramente eso no ayudaba. La primera vez que la visité fue en 1998, y me sorprendió gratamente, no encontré esa fealdad que decían. Y creo que desde entonces, la transformación ha continuado. He visto zonas en las que quedan restos industriales, no sé si en funcionamiento, y eso merecen otra visita. Puede que uno de los primeros signos de esa limpieza fuese la inauguración del museo Guggenheim. Ya estaba ahí cuando fui aquella primera vez.
Decidí hace unos meses que me apetecía volver a Euskadi, y entre otros sitios, ver Bilbao de nuevo. La ría es atractiva, separando el casco antiguo del ensanche, con multitud de puentes comunicando los diferentes lugares de la ciudad. En breve le dedicaré otra entrada al resto de la ciudad, esta vez me conformo con el curso de agua que la cruza, y su entorno.
Hay muchas cosas que no fotografié. Por la mañana comencé a callejear por el casco antiguo, y por la tarde decidí ver un poco más la ría, pero ya picaba el sol y desanimaba incluso a poner la cámara frente a mí, si no había una sombra que me cobijase. Pensé en recuperar alguna foto de aquellas primeras visitas, especialmente en el mercado de la Ribera, pero las fotos que tenía viejas eran con gente. También quise buscar ángulos diferentes, salir de la foto descriptiva de los lugares emblemáticos.
Mercado de la Ribera (lo recordaba pintado de amarillo, no de rojo)
Estación de FEVE
En la montaña se puede ver el funicular de Artxanda
El teatro Arriaga, a la izquierda
Puente Euskalduna, donde aún mantienen una grúa de la época más industrial
Creo que esto forma parte del Museo Marítimo
Parte peatonal del puente Euskalduna
Aunque no se vea la ría, está a la izquierda del museo Guggenheim
La ría reflejada en una escultura al aire libre del museo
Junto al Guggenheim, la estructura de este puente siempre me ha sorprendido por su tamaño
Puente Blanco, de Calatrava
Otra vista del puente, con una pasarela añadida que no le gustó al arquitecto