Auschwitz y Birkenau son dos campos, separados unos 2 o 3 kilómetros. La visita se realiza conjunta a los dos, y hay un autobús lanzadera uniéndolos, pero se puede ir perfectamente andando de uno a otro.
Primero fue Auschwitz, es el campo más famoso, y que se había construido con más tiempo. Los barracones son de obra, y muchos de ellos albergan diferentes salas de museo. El problema es que hay tanta gente paseando por aquí que cuesta un poco hacerse a la idea de lo que pasó en su momento. Eso sí, es un lugar en el que las fotografías en color no encajan. Empecé a hacerlas así, pero luego pasé al blanco y negro.
Cuando Auschwitz se quedó pequeño para toda la gente que estaban teniendo construyeron Birkenau, también llamado Auschwitz 2. Se hizo todo mucho más aprisa, los barracones son de peor calidad (en un lugar que en invierno llega perfectamente a -15ºC), y ocupando muchísima más extensión. Hay menos gente en este campo, y está todo más intacto. El impacto es mucho mayor aquí.

Entrada a Birkenau, donde los trenes entraban para dejar a los prisioneros

Desde la entrada, se puede hacer uno la idea de la longitud de los trenes que llegaban hasta aquí

Torre de vigilancia





Cuatro fotos del interior de un barracón. En la última se ve parte de las literas en las que dormía la gente

Al abandonar los nazis quisieron eliminar las pruebas de lo que allí se hacía, derrumbando los edificios

Monumento a las víctimas
Viendo todo esto no hay negacionismo que valga. Miles de personas estuvieron aquí hacinadas, en unas condiciones lamentables, por lo que la muerte era algo habitual. Da escalofríos pensar en las atrocidades que se realizaron allí. Ya solo el hecho de las condiciones de "vida" de los detenidos era inhumano, así que el resto de lo que pasó se sale de la condición humana con sentido. Considero que esta es una visita imprescindible para conocer una de las últimas barbaridades cometidas por los seres humanos. Pero ¿cuantas de estas barbaridades se desconocen, no salen a la luz, o carecen de interés mediático? ¿Por qué es tan fácil destruir lo que no te gusta?