Para empezar no he ido muy lejos, en Lagos, donde tengo el hotel, hay varios barcos que te hacen una ruta turística por las cuevas y acantilados. Tenía clarísimo que eso iba a hacer, que quería ver la espectacularidad de la costa desde dentro. Me habían pasado información de una empresa, pero no conseguí ver abierto su local (tal vez tenía que haber esperado). Pero mientras tanto me di una vuelta, y en la zona de la ría están todos los barcos que hacen este viaje, y hay uno que me ha convencido: la empresa Costa d'Oiro tiene una barquita en la que te da una vuelta de una hora por 10€. No lo he visto caro, y si era una hora en lugar de las dos que había visto en otro lado, más tiempo que me quedaba para otras cosas.
El paseo es espectacular, entra a lugares prácticamente inaccesibles, se ve todo desde cerca, y desde un punto de vista poco habitual. El problema es que las fotos difícilmente pueden mostrar la realidad del lugar.
Esta es la barca que nos llevó a 5 alemanes y a mí a dar una vuelta
Una de las playas de Lagos y sus más de 200 escalones de acceso
La luz del sol hace maravillas
La estela dejada y el reflejo del sol sobre el mar
Al volver a puerto, y antes de coger nuevamente el coche he dado una vueltecita por Lagos.
Antes de seguir por la costa me he adentrado hacia Monchique, un pueblo de montaña. Antes de visitar el pueblo he subido hasta Fóia, un pico cercano utilizado como estación de telecomunicaciones, observaciones de todo tipo... Lo malo es que desde el norte se acercaba un nubarrón peligrosamente, impidiendo visibilidad. Y al sur daba el sol, por lo que poco he podido ver ahí.
En Monchique he parado a comer, y después he subido al antiguo convento de Nossa Senhora de Desterro. La subida solo se puede hacer caminando, y me ha servido para bajar la comida, porque las cuestas son fuertes. El edificio está abandonado y prácticamente en ruinas. La puerta principal está tapiada, pero un lugareño me ha mostrado como cruzando por su casa se accedía por un lateral.
Desde el pueblo se ve la iglesia, en la parte superior izquierda de la foto
Fachada del convento
Lo que queda del interior
Monchique desde el convento
Después de Monchique he cogido hacia el oeste para volver a la costa, en concreto a la playa de Carriagem. He de advertir que cuidado con los caminos por los que te mete el GPS, pues aunque te lleva a los sitos, a veces es por caminos realmente difíciles. Es decir, por un camino de tierra que no sabía si llegaría a donde iba o no. Al final accedí a una carretera, que es la que lleva a la playa.
De esta playa surgen formaciones rocosas muy curiosas, no sé si me equivoco al decir que son pizarras (el laminado y las piedras que iban soltando apuntaban a ello). Aquí el tiempo ya estaba algo malo, muy nublado y con el mar muy movido. Aunque esto tal vez se deba a que las aguas son del Atlántico, y yo estoy demasiado acostumbrado a la calma mediterránea.
La parte de arena de la playa
Las primeras rocas que uno se encuentra son algo indeterminado, erosionadas por miles y miles de olas
Aquí empiezan lo que creo que son pizarras
Pescadores al filo del acantilado y el océano atacando
Vegetación típica de la zona
Cruzando la ría (es decir, haciendo unos 17 km desde la playa, pues hay que llegar a Aljezur para cruzar) se puede subir a los acantilados, y es realmente impresionante. Y acojonante, que encontrarse cara a cara con la verticalidad y sin nada que proteja da mucho respeto.
A continuación he seguido la costa hacia el sur, hasta Arrifana. Tal vez es decir más de lo mismo, más acantilados, pero otra vez espectaculares. Pero esta vez ya estaba oscureciendo, y además ha empezado a llover, por lo que he estado poco rato, y ni siquiera he bajado a la playa.
Por último, las vistas desde la ventana del hotel al llegar.
2 comentarios:
¡Tremendos paisajes! a ver si me animo a ir proximamente a Portugal.
La zona oeste del Algarve es impresionante, por eso la he elegido como destino ahora. Y los acantilados te aseguro que no es lo mismo verlos en foto que en vivo.
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