Comenzando por el monasterio, tiene también dos partes diferentes: el claustro, que se visita pasando por taquilla, y la iglesia, que es entrada libre, pero sujeta al culto, por lo que los momentos para verla pueden ser muy limitados. El claustro es enorme, son dos pisos rodeando al patio, que este tiene una sobriedad extraña ante tanta arquitectura recargada. Aquí no sabe mal entrar en domingo, aunque haya gente también hay espacio y se puede ver bien.
Las fotos son de dos momentos diferentes, separadas unos 5 años.
Varias vistas de la fachada
La Torre de Belém era una torre de vigilancia del río, desde su posición controlaban todo tipo de nave que se acercase a Lisboa desde el Atlántico. Aunque se puede visitar de forma gratuita en determinados momentos, no es demasiado recomendable, ya que hay demasiada gente, no hay espacio para apreciar nada bien, y subir o bajar las escaleras es una larga espera. En mi anterior visita pagué la entrada, y pude ver bien el lugar y conseguir mejores fotos.
El puente 25 de abril al fondo
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