Pero vamos por pasos. La ruta comenzaba en la Torre, el punto más alto de Portugal. Pero hay que tener imaginación para encontrar el camino, además de ser capaz de interpretar bien un mapa que tenía de una escala ridícula. Pero así es como he ido, sin saber si estaba en el sitio correcto. El camino bajaba casi en paralelo a la carretera, por lo que no había mucha opción, bajar por una especie de camino de la estación de esquí. He tardado bastante en encontrar las primeras señales de la ruta, que básicamente eran unos montoncitos de piedras. También se veían de vez en cuando las marcas de pintura, pero menos. Casi le he dedicado más tiempo a buscar el camino que a recorrerlo. Y además, no era muy fácil caminar por allí, corre por alta montaña, por piedras, y de vez en cuando con vegetación baja.
Aproximadamente, una tercera parte de la ruta transcurre al noreste de la carretera, y es la que tiene con estas características. Cuando he cruzado nuevamente esta carretera para continuar, y esta vez parecía que seguía por un camino claro, ha empezado a subir una niebla espesa. Y como no tenía ni idea de por donde iba a seguir la ruta, si continuaba por el camino o se adentraba por otros lugares, mejor no me arriesgaba, daba la vuelta y subía por la carretera nuevamente hasta la torre. Así que me he perdido una parte importante. He esperado a ver si cambiaba el tiempo, pero no había manera, así que vuelta al coche a buscar otros lugares que ver y fotografiar.
El punto más alto de Portugal, todavía con el día claro
Comienzo la ruta, pero ¿por dónde?
Es fácil encontrarse charcas, de distintos tamaños
Un habitante de las charcas
Uno de los lugares con vistas impresionantes, incapaz de captarlo bien en una foto
Montones de piedra que servían para encontrar el camino
La niebla se acercaba a gran velocidad
Subiendo por la carretera
Paré a comer en el restaurante de la Torre, y al no haber mucha opción es caro para lo que ofrecen. Pero mi idea era comer allí, y luego seguir por la zona. A lo largo de las carreteras hay muchísimas zonas de aparcamiento en las que parar, y en todas hay lugares que vale la pena parar a ver. No sé en cuantos de estos lugares paré, algunos para sitios emblemáticos y con nombre, otros simplemente bonitos. Las nubes seguían, pero las peores se quedaban en una vertiente diferente a la que me moví.
Poio do Judeu, donde se encuentran unas formaciones graníticas muy curiosas
Entre las rocas se ha levantado un santuario
Otro punto visitado ha sido la Pedra do Urso. La señalización indica la salida de la carretera, pero poco más, por lo que supongo que era unas grandes piedras de granito, de las que no he conseguido fotos interesantes.
Luego he buscado el Poço do Inferno. Desde la carretera que baja hacia Manteigas sale un camino de tierra con la indicación del lugar. pero o se da un largo paseo (e intuyendo la dirección, pues las indicaciones por el camino son escasas) o te arriesgas por un camino muy poco recomendable para un coche normal, prohibido para quien mime el coche. Después de varios kilómetros recorridos a unos 10 km/h, por fin ha cambiado el pavimento a grava, pudiéndose conducir en condiciones. Había bajado, ya me empezaba a encontrar bosque y pensaba que me lo había pasado de largo llego a una bifurcación donde se indicaba el sitio. Así que finalmente he llegado, pero en esta temporada el lugar no tiene casi nada de su belleza, la cascada estaba casi seca, tan solo daba para mojar la roca. Aun así, el lugar es bonito. Y lo mejor es ir desde Manteigas directamente (me adentré por el camino de tierra sabiendo que no iba a volver por ahí).
Una parada en el camino
Poço do Inferno, sin el salto de agua
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