Sabía que las temperaturas iban a bajar, lo que me iba bien. Pero al levantarme he visto niebla y me he asustado un poco. Me he tomado el desayuno con calma, para dejar tiempo a que se levantase. Más o menos se ha ido disipando, al menos la visibilidad era amplia, y no me iba a causar problemas para ver por donde tenía que ir. También quería poner a prueba mi rodilla, que desde Polonia me ha estado doliendo. Algunos días era dolor, otros molestia, y hoy tal vez me he pasado, he acabado peor de lo que esperaba. Y este otoño me gustaría poder salir al campo más, además de tener en diciembre un viaje a Madeira, donde también habrá que andar.
Pero pongámonos en camino para comentar algo la ruta. Por lo general está bastante bien señalizada, y ya desde la Zarza se localiza por donde hay que ir. Siendo circular, conviene hacerla en sentido antihorario para tener el trozo más duro al inicio. Poco después de salir del pueblo por el sur nos enfrentamos a la subida. Primero es un camino ancho, con piedras sueltas, con una subida algo pronunciada. Luego se estrecha, y la subida también se complica más, así hasta llegar a la zona de pinturas rupestres de la Calderita.
Una de las primeras vistas al salir de la Zarza
Desde la Calderita, las vistas pueden ser impresionantes en días claros
Aquí se encuentran las pinturas rupestres
Después de ver las pinturas queda un poco más de subida fuerte, pero pocos metros más, y luego transcurre el camino por lo alto de las peñas, entre rocas. Las vistas no las he podido apreciar bien por culpa de la niebla, pero el entorno es precioso, y muy difícil de captar con la cámara.
Al fondo se intuye el embalse de Alange
La Zarza a la distancia
Hasta el Puerto de las Hoyas, el punto más elevado de la ruta, son unos 4 km. bastante lentos. Pero justo aquí hay una bajada algo fuerte, entre matorrales, por un camino estrecho. Al llegar abajo volvemos a los campos y caminos amplios, pistas bastante más rápidas por donde podemos acelerar un poco el paso. Aquí me he encontrado con algunos cruces sin señalizar, pero la intuición ha funcionado bien, en ningún momento he tenido que retroceder. Campos abiertos o entre olivos, con las montañas a los lados, hasta que llegamos a una verja. Las señales del camino estaban adelante, así que he abierto la puerta y cruzado. A unos pocos metros hay una segunda verja, y seguía viendo la señalización, así que adelante. Tras la segunda verja cambia el paisaje radicalmente, ahora estamos en el pinar de los Valencines.
El camino ahora entre pinos
Al salir del pinar el día se iba aclarando, y el sol picaba algo más. En algunos puntos las vistas son bonitas, pero por lo general el camino se vuelve un poco aburrido. Una casa en ruinas, la Casa de Don Andrés, vuelve a marcar un cambio en el paisaje. A partir de aquí nos adentramos en eucaliptus, con un olor agradable. De vez en cuando se ven los campos a la derecha, mientras que a la izquierda está la montaña.
Casa de Don Andrés
Y tras un buen rato sin mucho interés, se llega a una antigua cantera (supongo que antigua, pues no había maquinaria ni nada que mostrase que se está excavando). Aquí sale piedra blanca, que contrasta con los tonos marrones o rojizos de las rocas superiores. Lo más interesante es una laguna que se ha formado, con un color del agua azul turquesa.
Y desde aquí, 3 km. más hasta llegar nuevamente a la Zarza.
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