El nombre me sonaba por las pistas de esquí de Rasos de Peguera, que por lo que he visto también estuvo abandonada una temporada. Del pueblo quedan las ruinas de varias casas, y una de ellas parece estar habitada. Pero es el entorno lo que tiene encanto, rodeado de montañas y de unos accesos un poco complicados en coche, aunque lleno de caminos señalizados. Con el coche llegué hasta unos 500 metros, lugar que ya preferí aparcar y seguir caminando, ya que el tipo de camino se complicaba para un turismo convencional.
La tarde era fría y casi lluviosa, no apetecía mucho salir a caminar, pero a favor sirvió para no encontrarme a nadie por allí y disfrutar de tranquilidad.
Carteles indicadores de caminos, cercanos a Peguera
El entorno, rodeado de montañas
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