martes, 25 de septiembre de 2012

Sicilia: Palermo

Y mi viaje por Sicilia puede darse por finalizado, tras un día de turismo breve y caluroso. Al final los nervios de ayer no estaban tan justificados, como me veía venir. Estoy en el aeropuerto de Palermo, y mientras espero a que llegue la hora de embarque, lo mejor que puedo hacer es actualizar los textos para el blog (pero que lo vaya escribiendo no quiere decir que lo suba ya).

Esta mañana he madrugado, desayunado pronto y salido a pasear un poco por las calles de Palermo, a ver algo más que el primer día. En algún momento he pensado que menos mal que me he puesto la alarma, porque en seguida apretaba el calor y bien. Calculo que debe haber entre una hora y media y dos de diferencia de sol con Mérida, por lo que a las 10 de la mañana siciliana es como a las 12 extremeña. Por lo tanto, en poco rato ya había que huir del sol, y como no me apetecía más sufrir calor he decidido ir al hotel, recoger las cosas e ir a devolver el coche, que me daba miedo también el tráfico. Al final sin incidencias. Tan solo que el viaje se me ha encarecido un poco al tener que pagar una rueda (la rueda no me la ha cubierto el seguro). Pero ninguna incidencia más. Quedan los vuelos y recoger la maleta, pero confío en que todo esto vaya bien.

Y ahora toca hablar de Palermo, la principal ciudad de Sicilia. La he visitado en dos veces, al llegar y justo antes de irme. Mi opinión es que no es una ciudad fácil de ver. Como empezar a quejarme un poco (siempre me es más fácil sacar las pegas que los aspectos positivos). El hotel no era gran cosa, un edificio viejo y algo apartado del centro, entre unas calles bastante feas. Pero al menos tenía párking gratuito. El primer día me dio la sensación de estar más apartado, hoy he visto que en un cuarto de hora me plantaba en la catedral.

Uno de los problemas que tiene es el tráfico y sus calles. En la zona centro las calles son estrechas, justo para el paso de dos coches, con aceras estrechas también. Y aquí la gente conduce como le da la gana, para de cualquier forma, sin preocuparse de si molestan o no, y siempre hay que ir esquivando. Y cruzar una calle grande sin semáforo es una aventura. Los pasos de peatones no sé si pintan algo. El caso es que he optado por comenzar a cruzar cuando había un poco más de espacio, y confiar en que no se me llevasen por medio.

Otro problema es el aspecto de casi todo: sucio y degradado. Más de una vez se me quitaban las ganas de pasear por la ciudad, pero por suerte de vez en cuando aparecía algún rincón más interesante, y me hacía recuperar la ilusión. Pero al final no ha sido mucho lo que he visitado, y no tengo muchas fotos.

En realidad, el único recinto que he visitado en la ciudad ha sido las Catacombe dei Cappuccini. Por fuera no es más que un muro de hormigón, feo y sin resaltar absolutamente nada. Pero lo que se va a ver se podría decir que no es apto para todos: una colección de cuerpos, casi todos restando nada más que los huesos, aunque en alguno quedaba algún resto de carne, y vestidos como lo que fueron. Había visto dos capillas de huesos en Portugal, en Campo Maior y en Évora, pero esto es otra cosa. Hay varios pasillos con filas de cuerpos, tanto de monjes como civiles, de todas las edades, los ataúdes… Todo lleno de polvo, pero es que es un lugar que no entonaría si estuviese limpio, es así como tiene que estar. No estaba permitido hacer fotos, por lo que respeté las indicaciones. Aun así, seguro que por ahí se pueden encontrar algunas para hacerse una idea de lo que hay.

El resto de lugares visitados son principalmente edificios o rincones de Palermo. La catedral me ha dado la impresión de haber visto dos cosas diferentes, con un estilo por fuera de piedra marrón, pero por dentro era una catedral barroca, blanca de altas columnas. Quattro Canti es un cruce de calles curioso, en lugar de ser el típico cruce en ángulo recto las esquinas forman una circunferencia, con centro en el cruce de las calles, y cada esquina con una fuente y estatuas barrocas. Desde allí hacia el norte me encontré con el Teatro Massimo, pero ya anocheciendo y no vi más que la fachada. Y luego callejeé un poco. Y hoy ha sido hacia el sur, donde la sorpresa me la ha dado la Fontana Pretoria. Por lo demás, dejaré que las fotos hablen un poco más por mí.


Dos vistas de la fachada de la catedral

Interior de la catedral


 
Distintas vistas de Quattro Canti, y en diferentes momentos del día

Teatro Massimo

Fontana Pretoria

Iglesia de San Cataldo, con unas peculiares cúpulas rojas

Otra iglesia, esta junto al puerto

El puerto con el monte Pellegrino al fondo





Y las vistas que tenía desde el hotel la última noche

Considero que un capítulo aparte merece la conducción por Sicilia. Esto era lo que más me preocupaba antes de venir, y la idea que tenía preconcebida no se alejaba en absoluto de la realidad. Tendría que haber aprendido insultos en italiano, pues te encuentras con momentos en que hay que soltarlos. Para empezar, no todo es culpa de los conductores locales. Las carreteras tienen una señalización que no he acabado de comprender, líneas continuas cuando había visibilidad, reducciones de velocidad excesiva, ni una señal indicando cual era la velocidad máxima permitida en esa vía y casi ausencia de líneas, sobre todo en ciudad. Tal vez todo eso haga que se conduzca como se conduce. En Palermo me ha pasado más de una vez el no saber por qué carril iba, y la gente va por donde le parece, aprovechan cualquier hueco para meterse, te adelantan por cualquier lado, y encender el intermitente no sirve de nada. Lo usan básicamente para tomar la salida o algunos giros, poco más. Es fácil que en ciudad lo tengas para tomar una salida a la derecha y que varias motos te pasen por ese lado.
Otra cosa que puede desesperar es el contraste de velocidad. Igual en una carretera uno va a 120 como otro a 70. Es fácil ver adelantamientos muy apurados, y sin hacer caso a la línea continua. O las incorporaciones también pueden ser peligrosas, pues toman mucho la opción de meterse y que el que viene se pare. La conducción puede desesperar a un conductor tranquilo, pero al final optas por tomar la filosofía del lugar. Y como se dice, “donde fueres haz lo que vieres”. Me he vuelto más agresivo al volante durante unos días, he hecho cosas que seguramente no vuelva a hacer, pero era adaptarse o morir. Eso sí, si no vuelvo a conducir así en años no lo voy a echar de menos.

El primer coche que cogí, un Alfa Romeo Vito, en el monte Pellegrino

Y con el que acabé el viaje, un Fiat Panda, en una calle de Palermo


Y una vez acabado el viaje, ya toca ir preparando el próximo. Puede que una escapada a la zona de León en octubre, todavía está por acabar de decidir.

Sicilia: Enna y Cefalù

Mi viaje por Sicilia ya está a punto de acabar, esta es mi última noche. Pero el hotel de Palermo tiene wi-fi de pago, de forma que ahora escribo los textos, pero hasta que no llegue no lo voy a poder subir. En ese tiempo puedo hacer modificaciones, que seguro que se me ocurren. Normalmente voy conduciendo y pienso en cosas que podía poner por aquí, pero luego se me olvidan.

Lo que no se me pasa es que siempre me sucede que cuando estoy a punto de finalizar un viaje o una estancia en un sitio, que falta poco para volver, me entran nervios, casi ansiedad. Hoy no es una excepción. El origen tal vez sea el que le doy muchas vueltas a los horarios del último día para hacer algo y llegar a tiempo a coger el avión de vuelta. Y conociéndome como me conozco, seguro que me aburriré en el aeropuerto, que llegaré con tiempo de sobras. Pero soy así, me pongo más nervioso de lo necesario.



Y también estoy bastante desganado. Sigue haciendo mucho calor, hoy he visto termómetros marcando 30ºC, y con una humedad altísima, de forma que es un bochorno insoportable. Me había propuesto visitar un par de sitios, y no he buscado nada más, he preferido llegar a Palermo pronto y poder darme una ducha. Ni siquiera he salido a dar una vuelta. Y es que el hotel está un pelín apartado del centro, el tráfico es insoportable y sigue haciendo calor. Mañana me daré un madrugón y me iré a dar una vuelta rápida a primera hora. Mientras tanto, toca explicar algo del día de hoy.

Enna



La zona centro de Sicilia casi no la había visto. Se podría decir que la Villa Imperial de Casale está en el centro, pero las carreteras por las que me moví no son como lo que he visto hoy. El paisaje era montañoso, y habría sido más interesante si hubiese habido un poco más de verde y, sobre todo, que hubiese llovido en algún momento y el cielo estuviese más limpio. En esta zona hay algunos pueblos en lo alto de montañas, lugares estratégicos para ver qué sucede al alrededor. Enna es uno de ellos, aunque poco tiene de pueblo antiguo. Casi todo lo que he visto son construcciones modernas y feas, destacando algún que otro edificio clásico de piedra marrón, y el castillo en el extremo este. Al ir a salir de allí parece que he visto algunas casas que podrían ser del casco antiguo, más interesantes, pero al acercarme la impresión ha sido otra. Salvo por las vistas, me ha decepcionado.

Una parte de Enna, vista desde el castillo

La muralla del castillo





Cefalù


Y la siguiente parada era en el pueblo costero de Cefalù, en la costa norte. Tiene algunas callejuelas peatonales interesantes, pero con muchas tiendas de todo tipo. Destaca la plaza del Duomo, que al entrar en ella me ha sorprendido, pero al acercarme a la catedral  la he visto demasiado simple. Eso sí, lo que no pasa desapercibido es el gran peñón que se levanta sobre el pueblo.  No ha estado mal pasear por ahí, pero me ha dado para pocas fotos. Y he andado a la búsqueda del lugar de una foto que he visto, del pueblo, la catedral y el peñón, pero ignoro de donde se ha podido tomar, pues no he encontrado ningún lugar desde el que viese destacar la catedral por encima de todo el pueblo.

La plaza del Duomo

Otra iglesia, junto a la catedral, y el peñón que corona la ciudad

Interior de la catedral

Era frecuente ver los balcones de Cefalù con toldos


Y para acabar, una foto que iría la primera del día, una vista del Etna desde el sureste.


sábado, 22 de septiembre de 2012

Sicilia: islas Eolias

Las islas Eolias son un grupo de islas, prácticamente todas de origen volcánico, al norte de Sicilia. Entre ellas se encuentran algunos nombres famosos como Vulcano y Stromboli, y desde el puerto de Milazzo, que es la ciudad más cercana, hay varios barcos que te acercan hasta ellas. Pero la disponibilidad de información sobre ellas en internet es escasa, o yo no la supe encontrar. La página que mejor estaba es de la compañía Tarnav, que es con la que he ido. Igualmente, en la calle que hay frente al puerto tienen su oficina varias empresas que se dedican a esto.

Eso sí, los planes iniciales que tenía han tenido que cambiar. Había visto algunos cruceros que recorrían varias islas, acabando en Stromboli por la noche para ver el volcán. Pero ese barco solo estaba hasta agosto, así que me he quedado con las ganas. La opción disponible para hoy era de Lípari y Vulcano, que son las dos islas más al sur. Pero en absoluto me arrepiento.

Para llegar a tiempo, el embarque es a las 9 y antes había que aparcar, comprar el billete, etc, he tenido que madrugar bastante y desplazarme por la autopista. Suerte que el peaje no ha sido muy caro, 2.90€ de Taormina a Messina, y 1.40€ de Messina a Milazzo. Y menos mal que me han dicho que la zona azul no funcionaba (no he averiguado el motivo, no me interesaba, y al volver no me he encontrado nada, así que era cierto), si no tocaba buscar un párking y pagar, que es difícil aparcar en ningún sitio de Sicilia sin pagar.

El caso es que el día de hoy ha sido irregular, he tenido algunos bajones. Creo que parte de la culpa es del sol, que no deja de calentar, y el calor me sienta fatal. Y lo de viajar solo y esperar a lo que haga falta llega a ser aburrido, a no ser que se lleve algo de entretenimiento (no ha sido el caso). Y viene esto a cuento porque para visitar las islas te dan un tiempo, que es mucho para el pueblo en el que paras, pero poco para perderse por la naturaleza.

Llevo ya un rato de divagaciones, y pocas fotos, que es lo que mejor se me da. Así que resumiendo el día, el barco ha salido a las 9 en dirección a Lípari, la segunda de las islas, bordeando su costa este hasta el norte, y luego regresando al puerto. Las rutas de los barcos están bien planeadas, la costa este por la mañana y la oeste por la tarde, de forma que no se tenga el sol de cara en ningún momento. Lípari es la isla más poblada, pero aun así es muy tranquila, vale la pena alejarse del bullicio siciliano.

Edificios abandonados de una cantera de piedra pómez

Elevado, el complejo arqueológico de Lípari


Restos arqueológicos

Catedral de Lípari

Claustro normando de la catedral

Bóvedas del edificio

Volviendo a ver la isla desde el barco


A mediodía nos hemos desplazado a Vulcano, donde he comido y luego he dado una vueltecita. Los paisajes de esta isla son más espectaculares. Para empezar, el crater se encuentra justo encima del pueblo, humeando ligeramente (pero la última erupción fue a principios del s.XIX). El pueblo apenas tiene atractivo, casi todo son casas pequeñas veraniegas, segundas residencias de playa, además de comercios dedicados al turismo. Pero tiene otros atractivos, como una zona de barros terapéuticos sulfurosos (no recordaba ese olor desde Islandia), o algunas playas de arena negra. Y lo mejor ha sido rodear la isla con el barco y ver los paisajes, sobre todo cuando el barco se acercaba muchísimo a las rocas.


Pequeñas montañas a la entrada de Vulcano

Barros sulfurosos terapéuticos. No he entrado, había que pagar y pringarse, además de que olían y avisan de que están muy calientes

Una de las playas de la isla


Se puede apreciar el humo que sale del cráter


El faro indica el extremo sur de las islas Eolias

Uno se emociona haciendo fotos, pero al verlas ahora un poco rápido veo que no reflejan la espectacularidad de la realidad ni mucho menos. Aun así, hay algunas fotos más que quiero poner, aunque no pertenecen a Lípari o Vulcano.

Saliendo de Milazzo

La isla de Panarea primero, y al fondo Stromboli. Parece que se intuía el humo del volcán, pero a esta distancia no estoy seguro. Y hoy se me ha ocurrido no coger el zoom para llevar menos peso

La vuelta he decidido hacerla sin autopista, metiéndome por una carretra de montaña con vistas espectaculares. Pero hay dos inconvenientes (además de que se tarda más, claro): me estaba anocheciendo al poco de empezar a subir la montaña, y las carreteras por aquí apenas tienen miradores, por lo que cuesta encontrar un sitio seguro para parar y hacer fotos. No sé a qué cota he llegado, no estaba indicado (esa es otra, las indicaciones de cualquier cosa son escasas), pero no estaba solo del todo, me he cruzado primero con una vaca en el arcén, luego dos caballos, también en el arcén, varias cabras, y varias veces, cruzando la carretera, dos vacas más en la carretera, un gato... Y algún que otro coche también. Aquí dejo una de las fotos que he podido hacer, con las montañas del fondo que tenía que atravesar:

viernes, 21 de septiembre de 2012

Sicilia: Etna, Adrano y Taormina

El día de hoy lo tenía claro, sabía que iba a subir al Etna, y aún ha ido más rápido de lo que pensaba, por lo que he visitado algunos lugares más.

Etna

El Etna es un volcán activo en el este de Sicilia, superando los 3400 metros de altura. Precisamente, como está activo no se puede uno acercar hasta el cráter principal, en cualquier momento podría haber una erupción. He visto fotos de este mismo año en actividad, pero a día de hoy no tiene nada, está muy tranquilo.

Para subir hay dos puntos importantes, uno en el norte y otro en el sur. Por lo que he leído me he decantado por el sur, parecía tener algo más de interés. Así que tras conducir un rato por carreteras de curvas he llegado al Refugio Sapienza, a 1910 metros. En realidad no es un refugio típico de montaña, lo que hay allí es un complejo de tiendas y restaurantes, y un teleférico que te ayuda a subir una parte de la montaña, hasta la cota 2500. Es caro, son más de 28€ lo que cuesta, pero la subida en ese tramo es muy pendiente. He visto quien la estaba haciendo. Al llegar a la parte alta la excursión puede seguir en unos autobuses especiales, por 24€ más (sale caro subir, desde luego). Pero ese trozo me he animado a caminarlo, siguiendo la pista por la que suben los autobuses, que es la pendiente más suave. Aun así, hay que tener en cuenta que son 4x4.

El camino no ofrece una gran variedad paisajística, por todas partes hay arena volcánica, procedente de erupciones recientes, en las que básicamente corría lava. La parte de tráfico está más pisada y es dura, luego hay algunos caminos que atajan, pero con las piedras sueltas (mi geología ha caído en el olvido, y no sé como llamar al material tipo piedra pómez de alrededor de 1 cm). Ese camino va bien para bajar.

Creo que tras hora y media (llevaba el reloj guardado) he llegado a la torre del Filosofo, que es el punto más alto que se puede visitar, a 2920 metros. Ahí hay carteles prohibiendo el paso. Pero justo delante tenía la cima del Etna, y al lado un cráter que se formó, si no me he equivocado al ver la información, en el 2002, humeando ligeramente. En la cima corría muchísimo viento del norte, por lo que era incómodo estar mucho rato.

La subida del teleférico. Abajo se ve la zona del refugio y las nubes que quedaron atrás

Lava de la última erupción

El paisaje no tiene gran variedad. Y al fondo se aprecia ya la cima del Etna

Restos de nieve

Hasta aquí se podía llegar

La cumbre del Etna

La mayoría de gente llegaba en autobús

Claramente se aprecia el camino de subida de los autobuses

Un cráter nuevo. Se podía rodear, pero el viento te impedía estar más del tiempo justo para hacer la foto

Adrano

En la guía que tengo describen una ruta que rodea el Etna bastante abajo. Me he animado a seguirla un poco, a ver qué tal. Al final he hecho menos paradas de las que pensaba, pero la que mejor me iba era en este pueblo, Adrano. Aquí no me he encontrado con aldeas, pueblecitos pequeños, sino que tienen mucha extensión. Este no es una excepción, pero he dado una vuelta callejeando por los lugares más céntricos, sorprendiéndome de las iglesias y un castillo normando que allí hay.


Las esquelas colgadas en un panel público




Rodeando el Etna en sentido horario desde el sudoeste, una vista que me he encontrado desde la carretera

Taormina

Taormina se podría decir que es un pueblo costero, pero en este punto se eleva unos 200 metros sobre el nivel del mar. Está todo en montaña, teniendo unas vistas espectaculares, tanto viéndolo desde abajo como observando desde el pueblo. Por fin me he encontrado un pueblo tranquilo, sin tráfico. He recorrido dos calles, una parece ser la principal, llena de tiendas y restaurantes, y la otra subía hacia el teatro griego, pero ya habían cerrado cuando he llegado.

Por Taormina no se puede pasear de cualquier manera, la gente se arregla y se sienta en las terrazas de cara a la calle, para ver y ser vistos. Es lo que se suele decir. Y yo venía de una mañana de senderismo, me he sentido un poco fuera de lugar.

Una de las calles de subida, con sus mesas en los escalones


Vistas desde un mirador

Fuente en la plaza del Duomo

El pueblo sube y sube

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