Y al tercer día de viaje por fin se ha podido salir tranquilamente. Ha habido algún momento de lluvia, pero eran chaparrones breves que lo que han conseguido es que tardase más en salir del coche. Pero incluso se ha despejado el día, he visto el azul del cielo.
Así que al final no he cambiado planes, y me he ido a hacer una ruta que me indicaban en la guía, en el Parque Nacional de Peneda-Gerês. Este parque se encuentra en la frontera, y ocupa territorio de España y Portugal. La parte que he visitado ha sido portuguesa, y una pequeña parte nada más, pues es bastante extenso. He cruzado un poco por Galicia, pero eso lo comentaré cuando llegue el momento.
La ruta empezaba en Ponte de Lima, en realidad a bastantes kilómetros de la entrada al parque. Como todos los pueblos de la zona, me ha sorprendido gratamente, y aunque pequeño, vale la pena dar un paseo. Otra cosa que me ha sorprendido es el río, pues me esperaba algo más pequeño, y tiene un tamaño considerable.
Las flores protagonistas en la montaña
Dentro del parque hay bastantes pueblos, y uno de ellos es Soajo, donde el principal atractivo es un grupo de espigueiros, hórreos de piedra que se encuentran en multitud de lugares de la zona. En esta ocasión, en lo alto de un montículo de granito hay 24 de ellos (según la guía, no los he contado. Y un grupo de gente que había por ahí en ese momento tenía varias versiones).
Las siguientes paradas, paisajísticas. Por la carretera era muy fácil ver vacas con una cornamenta curiosa, pero hay que tener cuidado, pueden estar en medio de cualquier sitio. También me he encontrado con caballos, y lo curioso, algunas mujeres al estilo tradicional: de negro, llevando los fardos en la cabeza (pero no hay testimonio de ello).
En esa última parada se divisaba a lo lejos el santuario de Nossa Senhora da Peneda. No tenía claro si ir o no, y al final he confiado en que hubiese algún restaurante allí para comer, pues se acercaba la hora. Ha sido un acierto, pues aunque el santuario no sea ninguna maravilla (por lo visto está inspirado en el del Bom Jesús de Braga, el cual visité ayer, pero este es más sencillo), el entorno es impresionante.
Allí mismo hay un hotel que cuenta con restaurante, que es donde al final he comido. Es algo carillo, pero la alheira de caça que me he cogido (era de lo más económico de la carta) era potente.
Y después de comer he ido en busca de los últimos rincones del parque que iba a visitar. Acercándome a la parte baja del embalse del Alto Lindoso he buscado fotos interesantes que hacer por ahí, ya que iba viendo paisajes de la presa y el entorno que me gustaban, pero no era fácil fotografiar (como pasa muchas veces con los paisajes).
La presa desaguando
Después del embalse ya me he propuesto ir directo a Amarante, confiándole al GPS la ruta que me evitase autopistas (desde que las autovías hay que pagarlas en Portugal que intento evitarlas). No sé si ha sido un acierto, pues me he hecho un montón de kilómetros por carreteras perdidas de montaña, si es que se le podía llamar carreteras, callejuelas de aldeas en las que daba miedo entrar por si se enganchaba el coche, caminos en los que esperaba no cruzarme con nadie... Para esto he cruzado un poco por Galicia, para volver a entrar en Portugal por otro rincón del parque. Paisajes generales, grandes vistas, no había, pero sí que transcurría la carretera (en mal estado) entre árboles, y con bajadas de agua por todas partes. Si me hubiese cogido el trípode y tuviese ganas, todavía estaba allí dentro haciendo fotos de agua, pues era una cantidad enorme de caídas las que había. Ver todo eso con calma requeriría varios días, y seguro que aun así solo se disfrutaba de una parte.
1 comentario:
Que buenas son las alheiras. Yo las hago a la plancha y acompañadas de verduras (grelos de nabo).
El Santuário de Nossa Senhora da Peneda debe ser la Senhora de Sameiro. Hace años hicimos una merienda por allí y las avispas nos iban comiendo si no hubieramos huído jajajajaja.
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