Llegué después de haber hecho una breve visita a Eslovaquia, y tras dejar las cosas en el hotel, salí a dar una vuelta. La primera impresión que me llevé es que es un pueblo muy turístico, lleno de gente. Y eso que intenté ir entre semana. Su calle principal está llena de bares y tiendas, de puestos de venta de souvenirs y productos varios de la zona. Pero por lo visto, el turismo que reciben suele ser nacional, y apenas hay nada en inglés, o poca gente que lo hable. Tal vez lo justo para pedir algo (en el hotel sí que lo hablaban, y menos mal. Mi polaco todavía está en 4 palabras). Aunque iba con la cámara a cuestas, no hice ninguna foto.
Tras pasar la noche, me encaminé a la visita al Parque de los Tatras. En un principio no tenía claro qué ver, y tienen bastante extensión. Al final vi que el lugar más típico, pero también accesible y muy bonito, es el lago Morskie Oko. Se encuentra en el extremo sureste del parque, y para llegar hasta la zona de aparcamiento casi se cruza la frontera a Eslovaquia.
Tal vez sorprenda la cantidad de gente que va allí. Acercándome al aparcamiento ya había algo de cola, pues además, cuesta 20 PLN (unos 5€), y luego acceder al parque también cuesta 4 PLN (1€ aprox.). En la zona de aparcamiento hay algunas tiendas y un local de comida. pero no es imprescindible ir cargado, en el camino hay dos sitios más. El camino no tiene perdida: es cuestión de seguir una pista asfaltada a lo largo de unos 9 km, según las indicaciones son 2 horas 20. Hay unos coches de caballo que te pueden llevar, pero la idea era caminar. El camino transcurre casi todo entre bosques, por lo que las vistas no son muy sorprendentes. De vez en cuando se vislumbra alguna gigantesca montaña cerca. El tiempo se podría calificar de horrible, estuve más rato con lluvia que sin ella, pero creo que eso le dio a los paisajes un toque especial, diferente.
Subiendo por el camino, con una pequeña muestra de la gente que había
Una vista del bosque junto al camino
Las montañas con nubes bajas
Por el camino, ya bastante avanzados, hay un edificio con un bar. Pero algo más adelante se ven un par de edificios pequeños, luego un refugio bastante grande (con tienda, bar, wi-fi...), y ese ya indica que se ha llegado a Morskie Oko. Me llovía mucho, y me refugié como pude en el porche de entrada (idea que había tenido mucha más gente), de donde se tiene una vista general del lago. Una palabra para describirlo: alucinante. A pesar del tiempo, valió la pena. Además, hay un camino de piedras (pero mojadas resbalan bastante) que le da la vuelta al lago, y se puede ver desde todos los ángulos. La cámara no paraba, y eso que tenía que sujetar como podía el paraguas.
Mi primera vista del lago Morskie Oko (no tenía angular suficiente para fotografiarlo por completo)
El refugio y un poco de gente. He visto alguna foto con buen tiempo, y ahí no cabe ni un alfiler
Camino de piedras que bordea el lago
Río por donde salen las aguas del lago
Del extremo opuesto al refugio sube un camino hacia otro lago, Czarny Staw Rysami. Hay algún momento que la subida puede ser un poco dura (para los excursionistas domingueros como yo), pero nuevamente, el lago y las montañas que lo rodeaban valían el esfuerzo.
Una vista general de Morskie Oko
El camino de subida a otro lago
El lago Czarny Staw pod Rysami
La vuelta la hice de forma directa, casi sin parar. No vi más de los montes, en parte porque eran casi las 5 de la tarde cuando llegaba al coche, y en parte porque estaba cansado ya. Así que parece ser que las montañas necesitarán más visitas, y de pleno montañismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario