La primera impresión que me he llevado no ha sido todo lo buena que debería. Puede que haya varias circunstancias para ello, y que las temperaturas sean una de ellas. También afecta que al llegar a El Barco de Ávila y seguir hacia otros pueblos no se ven montañas muy abruptas. Ahí cerca se ven algunos picos, incluso algunos todavía conservan algo de nieve, pero no son lugares muy encajonados. El caso es que me he movido entre algunos de los pueblos más altos del país, y no tenía esa sensación.
Pero vamos a hacer un repaso de lo visto, y como no, acompañar de fotos. El primer lugar visitado ha sido Navasequilla, situado por encima de los 1600 metros (entre las listas de pueblos más altos no entra, pues es una pedanía, por lo que entre los núcleos de población, no pueblos, no sé qué lugar ocuparía). No tiene el aspecto de un viejo pueblo de montaña, aunque quedan algunas edificaciones viejas, son pocas. Éste y otros pueblos de la zona están de fiestas, seguramente todos los que algún día emigraron vuelven por vacaciones, y había coches por todas partes.
Una pequeña ermita que hay bajando de Navasequilla
La siguiente parada ha sido para comer en un restaurante a las afueras de Bohoyo, a cuyos pies hay una garganta en la que se puede uno mojar un poco los pies, y como no buscar rincones para fotografiar.
Posteriormente, camino a Navalguijo hay otra garganta con una zona habilitada para baño, donde he parado también un rato.
Subiendo el río un poco, en busca de un rincón apartado y tranquilo
Mojándome un poco los pies en el agua helada
En otro sitio distinto, un intento de ralentizar el agua
Y ya estaba cansado, con pocas ganas de hacer nada más, he vuelto al Barco de Ávila. Había visto un indicador de un puente románico, y lo he encontrado, siendo de lo poco he visitado del pueblo, un pequeño paseo a orillas del río Tormes.
Puente románico sobre el río Tormes, en el Barco de Ávila
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