Como anoche llegamos tarde, hoy nos hemos permitido tomárnoslo con calma y salir un poco tarde. El primer destino ha sido Curral das Freiras, un pueblecito encajado entre montañas, uno de los puntos más interesantes de la isla de Madeira. Para llegar nos hemos fiado del GPS, que aún no sé por donde intentaba meternos, pero no era un camino fácil. Había estado en sitios de montaña, pero creo que nunca había visto calles y carreteras tan pendientes como las de aquí. Alguna vez he tenido que derrapar para poder coger un poco de velocidad y salir de una cuesta, y es que hay que saber jugar con el embrague. El coche es de alquiler (y menos mal, porque se destrozan), y no le controlo demasiado bien el tema embrague. También es más grande de lo que estoy acostumbrado. Pero por ahora hemos sobrevivido a los primeros momentos.
Después de andar algo perdidos, hemos conseguido llegar hasta el lugar. Curral das Freiras fue un lugar que utilizaron un grupo de monjas para huir de los ataques piratas, y era realmente inaccesible. Hoy en día hay un túnel que acorta mucho el camino, y deja prácticamente en el pueblo. Ahí hemos dejado el coche, y tras preguntar, hemos dado un paseo hasta Eira do Serrado. Al menos hasta un edificio donde hay hotel, bar, tiendas... Entre ambos sitios hay un camino empedrado y algo escalonado, que era la vía de comunicación antigua, y salida del pueblo. Desde abajo se ve claramente el lugar al que hay que llegar, y en la ladera se puede intuir el camino en algunos tramos. Encontrar el inicio de la subida puede no ser tan fácil, pues hay una escalera sin indicación alguna. Hemos probado y acertado. A lo largo del camino se van disfrutando de unas vistas que son imposibles de captar en las fotos: grandes paredes verticales rodeando el entorno. La luz del sol tampoco ha sido la más idónea para hacer fotos, aunque sí para pasear. El camino discurría por una cara norte, por lo que constantemente estaba en sombra, haciendo más llevadera la subida. Y por supuesto, luego su bajada, haciéndola con cuidado para no resbalar ni fastidiarnos demasiado las piernas.
Primeras vistas desde Curral das Freiras
Comenzábamos a dejar atrás el pueblo
Una parte del camino ascendente
El camino escalonado y lleno de hierba
El último tramo de la subida transcurre entre árboles
Y entre esas nubes se debería ver el Atlántico
Curral das Freiras desde Eira do Serrado
Una antigua carretera tallada en la roca
La siguiente parada fue en el cabo Girão. Un poco por motivos de tiempo, hemos ido directos, sin parar en el pueblo que hay cerca, Câmara dos Lobos. El cabo Girão es un acantilado con un mirador en el que se nos anuncia que estamos a 580 metros sobre el nivel del mar. El mirador es una plataforma de vidrio, que comenzar a pisarla no es fácil, impresiona mucho la altura que queda bajo nuestros pies, solo a través de una superficie transparente. Y de las vistas no hay mucho que comentar, es fácil imaginarse todo lo que se puede llegar a ver.
Vistas desde el cabo Girão, hacia el este
Desde lo alto del mirador, con la vista puesta hacia abajo
Una placa informa en 5 idiomas que estamos a 580 metros sobre el nivel del mar
Hacia el oeste
Nueva vista hacia abajo
Una vista del mirador
Al acabar, hemos ido a Funchal, donde la hemos visto ya de noche. Como nos quedan más veces por verla, ya le dedicaré más tiempo en otro momento.
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