Comenzamos a darle la vuelta al embalse. La niebla no era muy espesa, permitía visibilidad, y además le daba al entorno una vista diferente. Y la humedad de la mañana había dejado las plantas con rocío. Fue un buen día para tomar fotos, lo disfruté. No pudimos darle la vuelta completa, ya que el arroyo que entraba al embalse iba muy cargado y no podíamos cruzarlo. Había la posibilidad de saltar alguna valla, pero decidimos volver atrás.
Una vez en el coche fuimos hacia el rugidero del Berrocal. Cuando llegamos la niebla ya se estaba levantando, los colores que veíamos eran los primaverales, y el sol empezaba a picar. Pero en esos momentos era cuando ya volvíamos a casa.
La parte superior de la presa
En la zona del rugidero
Y ya nos quedábamos sin niebla
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