Después de ver las cataratas desde el lado argentino, ahora tocaba conocerlas desde el brasileño. La experiencia es completamente diferente, cada una tiene su interés. Pero vamos por pasos.
Tras preguntar en la oficina de turismo me dijeron que hay dos empresas que van al parque nacional de Iguazú en Brasil: Crucero del sur y Río Uruguay. La primera salida de ambas es a las 8 y algo, y me he decantado por la segunda porque es la misma que va al parque argentino. Luego he visto que tiene más variedad de horarios. En teoría, la salida desde la estación de autobuses (ómnibus) de Puerto Iguazú es a las horas y media, y desde Brasil a las en punto. Pero claro, depende del paso de la frontera, los horarios es fácil que no se cumplan.
Me he subido al primer autobús, y he emprendido el camino. El paso por la aduana es bastante rápido, y el chófer se baja e indica lo que hay que hacer, así que no supone ningún problema. Primero en el lado argentino hay que bajar, para indicar la salida del país, y luego en el brasileño la entrada. Enseñas el pasaporte, lo escanean, ponen un sello, y adelante. El proceso se repite a la vuelta. La llegada al parque me ha dado la sensación de que es más rápida a Brasil, pues la carretera va por zonas más urbanizadas.
Se paga la entrada al recinto, y aceptan tarjeta, por lo que no me ha hecho falta cambiar a reales, no he tenido ni uno en mis manos. Y tras pasar el acceso hay un autobús que recorre el parque, con varias paradas. Las primeras son de caminos entre selva, y accesos a puertos, pero los he dejado atrás. En un principio porque prefería empezar por las cataratas antes de que hubiese demasiada gente. Pero luego me ha surgido otro problema, y es una molestia en la pierna que casi no me deja estar de pie o andar mucho rato, lo que es un auténtico fastidio para un turista.
Por lo tanto, me he bajado en la penúltima parada, que es el inicio del paseo de las cataratas. Solo bajar del bus y ya se ven ahí delante. El camino es hormigonado, con algunas escaleras, no presenta ninguna dificultad, y todo el rato se va viendo el río, oyendo el rugido de las cataratas, y también el de los helicópteros que dan una vuelta panorámica. Desde este lado se ven los saltos en su conjunto, dan una visión completa de lo que hay. La última pasarela te deja de lleno en la garganta del Diablo, parece que puedas tocar el agua. Y bueno, toda la que se vaporiza te da una buena ducha, algo que hay que tener en cuenta, que vas a acabar muy mojado. Después de esta pasarela se sube a una torre por un ascensor, donde también hay una vista impresionante. Y de ahí a la zona de la última parada del bus, y una zona de tiendas y restauración, hay escasos 300 metros. Esta visita se puede hacer bastante rápido, emplear más de dos horas parece mucho, a no ser que te quedes a contemplar mucho rato las cataratas.
Hotel en el interior del parque
Primera visión de las cataratas, solo bajar del autobús
Pájaros volando entre las nubes
La Garganta del Diablo vista desde abajo
Pasarela a la Garganta del Diablo
Desde lo alto de una torre
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