Ya estoy a punto de ponerle punto y final a estos días de vacaciones recorriendo la ciudad de Nueva York. En aspectos turísticos sí que lo doy por acabado. He salido pronto por la mañana a dar una vuelta por Greenwich Village, por aquellas calles que todavía no había visto. Cuando ya no tenía en mente qué más hacer estaba lloviendo, así que lo mejor era volver al hotel, recoger la maleta, y pasar un rato por aquí hasta que llegue la hora de comer y coger el metro hacia el aeropuerto.
De los lugares visitados, no tengo mucho más que añadir respecto a lo que conté el primer día. Esta vez he visto algunas de las calles más transitadas del barrio, y por lo tanto más ruidosas. A estas alturas necesito ya calma, alejarme del tráfico, y a ser posible no andar mucho.
Lo más destacable del día ha sido Washington Square, una gran plaza ajardinada, coronada en el lado norte por el arco de Washington, justo donde empieza la Quinta avenida, y una fuente ocupa el centro de la plaza. Me he vuelto a encontrar con obras en una de las esquinas, justo por la que he entrado, y ya estaba pensando mal. Como curiosidad, al sur hay una iglesia con una torre de estilo románico (pero está claro que no es de la época), casi idéntica a otra que tengo vista, pero no consigo encontrar cual.
A parte de esto, he callejeado un poco, viendo algún que otro edificio interesante, y he acabado en la librería Strand, una enorme librería llena de estanterías abarrotadas. Además, cuentan con un merchandising interesante.
Una pequeña tienda de discos
Iglesia en Washington Square
Fuente, arco de Washington, y los primeros edificios de la Quinta avenida
Casas en el lado norte de la plaza
Pequeño memorial en la esquina de Greenwich avenue con la Séptima avenida
No he buscado los locales de jazz del barrio, pero hoy me he encontrado con un cartel en la puerta de uno de ellos
Había visto imágenes de esta calle, y hoy la he encontrado. Por aquí comenzó el movimiento gay de la ciudad
Parte externa de la librería Strand
Como no he visitado mucho más, aprovecho para mostrar algunas fotos del hotel The Jane. La zona en la que está situado me ha gustado mucho, es una zona tranquila de Greenwich Village, enfrente del río Hudson. El hotel tiene 6 plantas, y aunque no es gran cosa, a mí me ha gustado, y es de lo más económico que he podido encontrar en Manhattan. Vale que el baño era compartido, pero eso no es ningún problema para mí. La habitación se asemeja a un camarote, tanto por tamaño como por la decoración. Tienen wi-fi y bicicletas gratuitas, así que son añadidos interesantes. Tiene algunas pegas, como todo. Lo peor es que ya estoy cansado de hacer el camino hacia el metro. Son menos de 10 minutos, pero me lo he hecho cada día un mínimo de dos veces, y a la vuelta siempre cansado.
Fachada del hotel "The Jane"
Entrada
Vestíbulo
Otra vista del vestíbulo (en ese sofá es donde estoy sentado ahora mismo escribiendo)
Esto es lo que he podido fotografiar de la habitación. Debido al tamaño, no he encontrado un ángulo mejor
En la habitación te dejan esta botella de agua con decoración propia (pero una etiqueta te recuerda que el agua es gratis, pero no la botella. Así que mejor no llevársela)
Como punto y final del viaje voy a ver si puedo escribir algo sobre las impresiones que me ha causado la ciudad. Durante todos estos días he puesto en el blog lo que veía, y poco más. Intentaba describir las zonas visitadas, pero lo hacía en un momento en que el cuerpo prefería irse a dormir que estar delante del ordenador. Hoy tengo más tiempo, podría decir que aún dispongo de una hora, y no estoy muy cansado. Encima la lluvia aprieta.
Muchas veces me pregunto si doy el pego como ciudadano de los lugares a donde voy. Seguramente, pues es frecuente que me pregunten por algún lugar por la calle. La primera vez que me pasó en Nueva York no llevaba ni 3 horas en la ciudad. Además, si alguien está con la cámara al cuello, ¿no será un turista? No sé cuantas veces me preguntaron, pero cuatro o cinco seguro. Alguna vez sí que pude resolver la duda, en otras no entendí lo que me preguntaron, así que lo mejor era decir no lo sé.
Nueva York es una ciudad muy grande, eso no es ninguna novedad. Han sido 8 días enteros más dos a medias, y aun así me he dejado mucho por ver o por hacer. Convendría haber planificado un poco mejor el calendario. Pero no me voy a quejar. Algún día más iría bien para tomarme con más calma el lugar, incluso poder descansar algo más.
Ir de compras es algo imprescindible, prácticamente cualquier cosa se puede encontrar por aquí. Un problema puede ser donde y como. Ropa es algo muy frecuente, y creo que lo que hay que evitar es el fin de semana, día en el que está todo abarrotado. Pasé un par de veces por una tienda enorme, Century 21, una en sábado, y casi acabó eso conmigo. En cambio, la segunda vez estaba mucho más tranquilo, y podía buscar cosas con más calma. Si solo se va a mirar, sin nada claro, hay que emplear mucho tiempo.
También quería mirar alguna tienda de cómics, que aunque es algo que me interesa más que la ropa, me encontré en una situación similar. Tienen tantísima cosa en las estanterías que hay que ir con alguna idea clara de qué títulos buscar. Eso sí, casi seguro que lo tienen. Además de un montón de merchandising. Aquí la pega es que los cómics son un poco caros. Si no, seguramente habría comprado más de lo que he cogido.
En el tema de comida no me he preocupado demasiado. Hay muchísimos puestos de comida en la calle, o restaurantes de comida rápida, y entre ambos hay casi cualquier comida. No he ido a ningún restaurante convencional, por lo que he leído son caros, y no me apetecía gastar demasiado. Mi cena ha sido habitualmente a base de bagels, una especie de panecillo. No he buscado de los mejores, pero estaban buenos los que he ido encontrando. Otra cosa que hay en casi cualquier carrito callejero son pretzels, una especie de lazo enorme. Para mí, le ponen demasiada sal. Uno fue suficiente. Otra cosa que he probado son los pancakes, como una especie de crepes algo más gruesas, acompañadas con mantequilla y sirope de maíz (Homer Simpson las conoce como tortitas). Y para comer en cualquier momento se puede buscar un banco en un parque o una plaza, y seguro que alguien más está haciendo lo mismo.
Una cosa importante a tener en cuenta a la hora de hacer las compras, es que en Estados Unidos los precios suelen estar puestos sin impuestos, de forma que al pasar por caja toca pagar más de lo que ponía. Me ha pasado con la comida, ropa, cómics... Prácticamente en todas partes es así, también en el hotel (pero ahí estaba informado con antelación que los precios eran sin impuestos). La excepción la vi en dos tiendas grandes, como Macy's y Century 21.
La orientación por la mayor parte de Manhattan es muy fácil, teniendo en cuenta que las avenidas van de norte a sur, y las calles de este a oeste, siguiendo una numeración en lugar de nombre (aunque algunas avenidas, o al menos algún tramo, sí que tienen nombre). Al final no me hice con ningún mapa. Teniendo estas nociones, y con los planos que me venían en la guía, ya he tenido suficiente. El metro es otra historia, pero a eso le quiero dedicar una entrada completa.
Como aspectos negativos, el tráfico y los olores. Lo del tráfico ya se suponía, pero es que la conducción es muy agresiva. Hay muchos cambios de carril rápidos, cambios de sentido... Los semáforos solo parecen respetarlos los vehículos a motor, y no siempre. Los peatones y ciclistas cruzan en cualquier momento, y no solo cuando no viene nadie. No sé como no he visto ningún accidente ni atropello. Lo de los olores puede ser en parte porqeu no hay contenedores, y la basura se deja en bolsas en la calle hasta que pasa el camión a recogerlas. También salen olores de las alcantarillas, o me habían comentado que de los puestos de hot-dog también puede ser molesto. Pero de estos me he encontrado pocos cerca.
Para visitar lugares, encontré varias posibilidades. Me decidí por el New York City Pass, que por 79$ tienes entrada al MoMA, Metropolitan Museum, Museo de Historia Natural, mirador del Empire State Building, a elegir entre el mirador del Rockefeller Center (Top of the Rocks) o museo Guggenheim, y a elegir entre un crucero semicircular o el Liberty Cruiser (como me interesaba el primero, no miré éste qué cubría). Tienes 9 días para utilizarlo. También hay otro, New York Pass, que cubre muchas más atracciones, y el precio depende de cuantos días quieras utilizarlo. Me da la impresión que para amortizar este hay que ir corriendo de un sitio para otro, y no iba conmigo.
No sé si me dejo algo más que quisiese comentar. Así que si alguien quiere ver la galería completa del día, está aquí. Han sido casi 10 días de viaje, más de 1700 fotos, y no sé cuantos kilómetros caminados. Ahora me quedan unos cuantos días de descanso de verdad, si el bochorno barcelonés me lo permite, antes de volver al trabajo y la rutina.
1 comentario:
"el agua es gratis, pero no la botella"
Foarte amuzant!
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